miércoles, 9 de diciembre de 2015

Sexting

Aviso para navegantes: Esta es mi opinión. Con ella no pretendo sentar cátedra, ni influir a los demás. Simplemente voy a escribir en mi blog lo que yo pienso sobre un tema que a mí me importa. Ale, disfrutad.

De esto que estoy un día a punto de irme a la cama y me vibra el móvil. Lo miro, y veo que una amiga mía me ha mandado una fotografía en la que se la ve un pezón. Adrede. Contesto con una foto en la que se me ve sin camiseta, y un poquito la punta del ciruelo. Adrede. Somos dos adultos, responsables, que queremos ver el cuerpo del otro en ese momento. Y tocarnos con ello. Y contarnos cómo lo hacemos. Y mostrarnos cómo lo hacemos. 

A priori no hay nada de malo en ello, ¿verdad? Dos adultos disfrutando de su sexualidad utilizando la tecnología de intercambio de datos. Lo que comunmente se conoce con el desafortunado término de: sexting.

El sexting no es solo mandarse fototetas y fotopollas. Consiste en utilizar las nuevas tecnologías para suplir la distancia que separa a dos personas que, si no fuese por ello, estarían comiéndose las bocas desesperadamente. El sexting es la vía de escape para la tensión sexual de las parejas a distancia. Es la sal que te aliña un día de trabajo o de estudio. El sexting le da mil vueltas al porno, porque estimula la imaginación mil veces más que él (sin desmerecer al porno de ningún modo).
El sexting se basa en la confianza entre los dos (o tres, o cuatro...) participantes. Confianza en que tu cuerpo no va a ser juzgado, sino apreciado. Confianza en que el intercambio va a ser recíproco. Confianza en que las fotografías solo las van a ver los ojos que tú quieres que las vean.

Pero no todo el monte es orégano. En esta sociedad emparanoiada por naturaleza en la que vivimos, en la que se nos educa en el miedo (el miedo a ir por sitios transitados si ocurrió un atentado hace poco; el miedo a ese hombre sin piernas que te pide una moneda...), se encontró en el sexting un filón: "¡Pero cómo vas a mandar una foto de tus tetas, si no sabes quién las puede llegar a ver!".

Hay algo que me llama poderosamente la atención: En las charlas sobre redes sociales que involucran el sexting (prácticamente todas, últimamente), este tema se aborda de la siguiente manera "Cuidado con mandar fotos de tu cuerpo, no sea que la persona que las reciba las filtre".
Lo que yo traduzco por: "Cuidado con confiar en alguien, que seguro que te va a traicionar, y más tonto eres tú por confiar en quien es un traidor potencial. Te lo mereces".
Ninguna de ellas se centra en decir: "Si en algún momento te mandan una foto privada, no la filtres, tontopollas, no traiciones la confianza de quien te la ha mandado".

Continuamos con la cultura del victim-blaming, el culpabilizar a la víctima. "¿Te hacen algo malo? Culpa tuya". Ni siquiera se plantea la posibilidad de que la persona pueda ser capaz de no hacer algo malo. Como si el ir a joder fuese intrínseco a su naturaleza. No. La culpa es tuya por ejercer tu derecho a la libertad, y no de la otra persona por realizar actos contra tu persona.

Aquí, más ejemplos de victim-blaming:


  • No lleves el reloj de oro por la calle, que te lo van a quitar.
  • No vayas así vestida, que pareces una guarra y te van a violar.
  • No vayas con la camiseta del Madrid por Barcelona, que te van a pegar.
  • No le lleves la contraria al profesor, a ver si te va a castigar.
Os invito a reflexionar por un momento, haciéndoos esta pregunta: De los (pocos) ejemplos que he puesto, ¿En cuántos os habéis parado y habéis dicho "No, pero joder, eso es sentido común".
El sentido común es esperar lo peor del otro. Entiendo.
Estamos podridos. 

Dejo ya de divagar. 

Gracias por leerme.

Besis de turrón.



PD.: Si alguna tiene a bien en mandarme una fototetas, yo tendré a bien en disfrutarla.


domingo, 27 de septiembre de 2015

¿Vivir o morir?

Vivir.
Vivir cruzando por los pasos de cebra. Tomando leche desnatada. Huyendo del humo del tabaco.
Vivir bien. Vivir yendo a clase, o a trabajar, diez minutos antes de la hora. Mirando los horarios de los trenes. 
Vivir precavido. Vivir llevando una sudadera por si refresca. Tomando Coca Cola Light.
Vivir tranquilo. Vivir buscando el amor verdadero. Haciendo distinciones claras.
Vivir efectivo. Vivir olvidando lo que toca olvidar. Recordando lo que toca recordar.
Vivir realista. Vivir analizando la situación. Buscando lo mejor.
Vivir resignado. Arrepentido. Acojonado.
Vivir práctico. Vivir conociendo tus limitaciones. Sabiendo cuando retirarte.
Vivir perfecto. Vivir imitando la televisión. Siguiendo a la sociedad.
Vivir productivo. Vivir estudiando para trabajar. Trabajando para vivir.
Vivir descafeinado. Y una de sacarina, que estoy a dieta. 
Vivir sano. No me hagas daño, no sea que sienta algo. 
Vivir por vivir.

Morir.
Morir cruzando por donde no es. Morir bebiendo leche condensada a morro.
Morir bien. Morir disfrutando los caminos, aunque insulsos. Saliendo de casa sin planificar.
Morir despreocupado. Morir pasando frío, pasando calor, sintiendo. Bebiendo whisky quemagargantas y acallaproblemas.
Morir nervioso. Morir encontrando el amor en las esquinas. Apreciando las tonalidades.
Morir estropeado. Morir recordando hasta rabiar. Añorando el pasado.
Morir romántico. Morir queriendo, aunque no me quieras. Luchando contra muros.
Morir complicado. Morir teniendo un par de cojones. Fracasando hasta lograr.
Morir jodido. Morir siendo yo, no tú. Siendo yo, no nosotros.
Morir inútil. Morir disfrutando para disfrutar. Disfrutando para no morir.
Morir doble. Cuatro de azúcar en el café, la vida ya es bastante amarga. 
Morir enfermo. Duele, pero siento. 
Morir para vivir.







¿Qué os voy a decir? Si me dais a elegir... Prefiero morir.

martes, 11 de agosto de 2015

Más cosas aún que la gente no conoce sobre mí

Y aquí la continuación de lo de ayer. A lo mejor subo más mañana, a lo mejor no. Depende de lo que me apetezca. 

12. Por si no lo habéis adivinado, me jode muchísimo que la gente piense en mí del modo anteriormente citado. (Ver punto 11 de la anterior entrada).

13. En realidad, no le tengo pánico a las relaciones. Le tengo pánico a hacer daño a las personas que me importan, porque me conozco y soy un puto cafre, así que no me meto en relaciones. Sé que así también hago daño, pero generalmente y al menos hasta el momento, el daño ha sido menor.

14. Amigos, que considere amigos de verdad, a los que contarles todo lo que me ocurre, tengo muy muy pocos. Compañeros de borrachera, gente con la que compartir gustos, o incluso gente que me caiga genial y con la que me lo pase de puta madre, tengo mil.

15. Lo más importante de toda mi vida, es mi hermana. Esta parece obvia, pero sentía correcto introducirla.

16. Relacionado con eso: mi hermana y yo compartimos madre, pero no padre.

17. No me considero, y espero no volver a considerarme nunca heavy. Correcto, llevo el pelo largo, y pelo en la barbilla, y camisetas de grupos, y tatuajes, y pantalones pegados, y canto en un grupo de metal. El problema es que los que se autodenominan jebis, me parecen personas tan cerradas de mente, tan centradas en el postureo, la pose y el macarreo, que he llegado a generar rechazo.

18. Soy de enamoramiento fácil y olvidamiento difícil. (Sé qué no se escribe así, pero este es mi blog y me lo follo cuando quiero)

19. Sigo considerándome un niño. Y espero no dejar de considerármelo nunca.

20. Soy perfectamente consciente de que ganaría mucho en atractivo si me cortase el pelo y me recortase la perilla, pero no pienso hacerlo hasta que no sea estrictamente necesario. Y esto va relacionado con el punto siguiente:

21. Odio las despedidas. Intento estirar todo lo máximo posible, hasta que ya no haya más donde rascar. 

22. Veo gameplays en YouTube. Y no me avergüenzo. De hecho creo que me gustan porque de pequeño veía al tío de mi hermana jugar a la consola y comentarlo, y me partía el ojete.


Y ya está. Si me da por seguir escribiendo, lo sabréis.

Besis de macedonia.

lunes, 10 de agosto de 2015

11 cosas que la gente normalmete no conoce sobre mí

Bueno, voy a darle un poquito de descanso a las entradas sobre el campamento y voy a hablar sobre mí. Siempre me ha llamado la atención eso de los facts que hace la gente por Twitter, pero también me ha dado una pereza horrible el tener que ajustarme a 140 caracteres, y como aquí soy libre, pues ahí van.

Estas van a ser cosas mínimamente curiosas, que el grueso de la gente que me conoce (el único público objetivo que tiene este blog) puede que no sepa. No obstante, habrá algunas que sí, pero intentaré limitarme a cosas que tengan cierta gracia.

1. Aunque mi grupo favorito es System Of A Down, y mi cantante favorito es Serj Tankian, mi canción favorita es Ima Made Nando Mo, de un grupo de rock japonés llamado The Mass Missile. Podéis (y debéis) escucharla aquí.

2. El tatuaje que llevo en el brazo es el símbolo del grupo de metal Judas Priest. Hasta ahí todo correcto. Pero no llevo tatuado este símbolo por el grupo, aunque me gusten bastante, sino por la influencia que tuvieron en el Metal. 

3. Quiero hacerme un tatuaje por cada etapa de mi vida. El que llevo representa la actual, en la que me centré en la música en general, y en el rock/metal en particular; pero aún quiero hacerme uno por mi infancia (algo relacionado con Dragon Ball) y uno por mi preadolescencia (probablemente el símbolo que llevo colgado al cuello).

4. Tengo una batería electrónica, un teclado electrónico, una guitarra eléctrica, una ocarina, un cajón flamenco (con un Cristo a cada lado por razones que sigo sin comprender), un kazoo y una flauta dulce. De ahí, sé tocar la batería, me defiendo un poquito en el teclado, la ocarina, la flauta dulce y el cajón, y estoy aprendiendo a tocar la guitarra. Pese a todo ello, no me considero (ni creo que nunca me consideraré) músico.

5.  Hubo una etapa de mi vida en la que me autolesionaba. Concretamente me abría heridas en el dorso de la mano derecha, de hecho si os fijáis, sigue quedando una pequeña cicatriz. No me cuesta ni hablar de ello públicamente ni reconocerlo porque considero que ya lo he superado.

6. Soy un firme defensor del hecho de que se puede amar a más de una persona a la vez. De hecho, desde un punto de vista biológico, me parece ridículo que una especie limite su capacidad reproductora a una sola pareja. Lo que dicte la sociedad es otro asunto, pero poder amar a más de una persona al mismo tiempo se puede. Y el que diga que no, es porque no lo ha vivido.

7. Me tomo a broma mi físico (mirad el título del blog: Desventuras de un tirillas), pero la verdad es que me gustaría, y estoy trabajando para, cambiarlo. Esto se debe, aunque me cueste reconocerlo, a la presión social. Parece que por ser delgado lo tienes todo fácil, pero no, y el acoso que sufrimos a veces se equipara al de los gordos. Y sí, digo gordos, porque es lo que son, por más estigmatizada que esté la palabra. Ellos son gordos y yo soy un tirillas. No entiendo por qué una palabra está aceptada por la sociedad y la otra no, si hacen el mismo daño.

8. Me considero una persona fea. Soy feo. Mucha gente me lo ha dicho, y mucha gente me ha dicho lo contrario, pero me quedo con la primera opción. Soy feo y estoy orgulloso de serlo. De hecho, si me diesen a elegir otra vida, volvería a ser feo. 

9. Como ya habréis observado, porque sois muy listos, tengo la autoestima baja. Pero a la vez tengo un complejo de superioridad muy chungo. Considero que hay muchas personas inferiores a mí mentalmente. Y lo que es peor, las trato así. No puedo evitarlo, y me jode mucho, porque no me gusta ser así. Y esto va en relación con el siguiente punto:

10. Si hablando conmigo, por WhatsApp, teléfono o en persona, acostumbras a decir cosas como dijistes, salistes u otras sandeces del estilo, o si por chat escribes sin atención a las faltas de ortografía, voluntaria o involuntariamente, voy a tratarte como si fueses inferior a mí. Esto es algo de lo que me he dado cuenta recientemente, y la verdad es que no me gusta para nada ser así, pero no lo puedo evitar. Estoy trabajando en ello.

11. Me cuesta muchísimo ver a una persona como una posible compañera sexual. Es difícil de explicar, a ver si lo consigo: Cuando una persona me atrae, lo único en lo que puedo pensar es en besarla. Y eso me dura hasta que lo consigo, incluso un poco más. Después, sí que me empiezo a plantear en cómo sería tener sexo con ella, pero hasta ese momento, no me atrae de ese modo. Esto es contrario a lo que la gente suele pensar de mí: que soy el típico personaje de comedia americana sexualmente excéntrico, que solo piensa en follarse a todo lo que se mueve y además de maneras extrañas. 

La entrada me está quedando un poquito larga, así que os dejo con estas 11, que son más o menos la mitad de las que llevo, y mañana publico las demás, así que estaos atentos sobre esta hora.

Besis de manzana. 






martes, 4 de agosto de 2015

Campamento Urbano '15. Parte II, "Una mañana normal"

Lo que voy a hacer en esta entrada es explicaros un poquito cómo era una mañana normal (desde mi perspectiva, claro) en el campamento. Comencemos pues.

Un sonido estridente me despierta. La alarma. La puta alarma. La noche anterior me costó conciliar el sueño, y son las nueve. Corro a ducharme, para no llegar tarde. Cuando termino, meto las cosas en la mochila y salgo de casa, justo a tiempo para llevarme una ostia de sol considerable. Y es que el calor que hizo esas dos semanas no fue normal.

Cuando llego al colegio, media hora antes de que abran las puertas para los niños, ¿qué me encuentro? efectivamente, niños. Yo no sé por qué decimos que vengan a las diez, si vienen antes. Y tampoco sé qué coño hacen que les dejan pasar. Luego que si les quitamos la ilusión, pero es que nos ven hasta disfrazarnos. Da igual, sigamos:

Intento vestirme de Javier (el niño de siete años protagonista del teatrito) mientras cierro la escena de ese día con mi compi de ese día (que se encuentra pintándose la cara de estrella), y mientras trato de escuchar por qué canción van en el círculo. Porque mientras yo hago todo eso, el resto se encuentra en un círculo con los niños cantando canciones de campamento. Y sí, lo habéis adivinado, mola mil. A continuación de eso llega la parte más difícil: taparme la perilla. Seguro que a estas alturas os estáis preguntando cómo lo conseguí. Y cómo se puede disfrazar una persona de estrella sin que quede rarísimo. Tenéis suerte, existen fotos.



Aquí tenéis, Javier y la Estrella de la Sabiduría. Dábamos un poquito la pena, pero los niños se divertían. Observad la cara de paz y meditación de aquí mi colega Jorge. Y observad también la cutrada que hice para taparme la perilla. Los niños el primer día se preocuparon, no entendían por qué Javier tenía una brecha en la barbilla.

En cuanto acaban los diez minutos (que nunca son diez) de escenita para los chavales, empiezan los talleres. Y me encuentro con la necesidad de estar en dos sitios a la vez, así que debo vestirme de persona otra vez y correr hacia la clase, en la que antes del taller de Ritmo, viene una asamblea con los niños en la que se discute el tema principal del teatrito, y se hacen compromisos para ser una persona mejor, que tengan que ver con ese mismo tema principal.

Si pensabais que esa parte es fácil... pensadlo otra vez. A mi grupo nos toca el grupo de chavales de 12 a 15 años, esto es, preadolescentes y adolescentes hormonados hasta las trancas que tienen que ser los más guays del patio, o de allá donde se encuentren. Que si uno no se quiere quitar los cascos, que si otro no quiere participar porque le da pereza, que si a otro le da vergüenza abrirse al grupo, que si otro no se entera, que si dos se ponen a hablar de sus movidas en un tono alto... Y claro, combinas eso con la poca paciencia que tengo yo, y vamos apañaos. Aun así, es un momento del día muy bonito.

Gracias a mis compañeros monitores conseguimos pasar la asamblea y empezar con el taller. Me dan la palabra, organizo a los chavales en la clase, como hacemos todos los días, y les doy instrumentos de percusión. Instrumentos de percusión tan dispares como unas claves, un montón de shakers, mis propias baquetas para que las entrechoquen o unos cubos de basura dados la vuelta. Al acabar el campamento, el colegio tuvo un déficit de cubos de basura importante.

Una vez están los chavales colocados, les enseño una batucada que uno de mis grupos favoritos hizo en un concierto en Alemania (y colgó el vídeo en Youtube, que si no estás que me acuerdo). La verdad es que los chavales son unos putos máquinas. En futuras entradas subiré el vídeo de cómo quedó, para que flipéis un poquito.

A continuación, les toca a mis compañeros hacer sus movidas, más musicales que dar golpes a cosas. Movidas como enseñar canciones en africano a los chavales, que aprenden más rápido que yo, o montar un canon con niños de cualquier edad (y no sólo eso, sino conseguir que quede bien). La verdad es que como futuro profesor de música de primaria, me sirvió para tener una primera toma de contacto con esto de llevar una clase de música y no desesperar en el intento.

Pasado el grupo de los mayores, nos toca recibir a los más pequeñitos (6-8 años), y después, a los medianos (9-12). No hay mucho que más que contar de eso, hacemos casi las mismas cosas con todos, que con el poco tiempo de preparación que tenemos generalmente, bastante es conseguir llenar una hora.

Al fin llega la una de la tarde, y es hora de despedir a los chavales. Les acompañamos a la puerta, procuramos que no se metan en ninguna furgoneta con el letrero "Regalo caramelos" pintado con spray, y nos recogemos para dentro. Y recogemos los talleres, otra de las partes aburridas del día. Y yo me quejo, que lo mío solo es mover sillas, pero alguna vez he ido a ayudar a los de manualidades y no entiendo cómo no terminaron suicidándose. Acabamos de recoger, hablamos de cómo se ha dado el día, preparamos las canciones del día siguiente, y a comer.





Continuará.







sábado, 25 de julio de 2015

Campamento Urbano '15. Parte I, "Los comienzo"

La verdad, no sé por dónde empezar. Así que empezaré por el principio:

Una mañana estaba en una reunión de antiguos alumnos, haciendo lo que se hace normalmente en nuestras reuniones de antiguos alumnos: jugar a volleyball. Y vi a dos amigos, Jorge y Alberto, hablar con una mujer que ni puta idea de quién era. Me dijeron que era la coordinadora del Campamento Urbano, mi cosa favorita de los veranos hasta 2011, y que no me acuerdo por qué dejé. Para los que no lo sepáis, es un campamento urbano grande, para gente de 15 a 18 años (y 20 y 22...  joder, qué viejo me siento), en el que el hilo conductor y el objetivo más importante es preparar un minicampamento (mal llamado Campo de Trabajo, llevo luchando para cambiar ese nombre muchísimos años) para niños, en el que se diviertan, y adquieran valores para su vida diaria. Es la ostia. 

Ciertamente, me picó el gusanillo. Los últimos años, cuando ya me tocaba cuidar de enanos, y no ser yo el propio enano, habían sido la ostia [Sí, ostia, sin hache. Porque me sale de la polla], y además estar con la gente de Villaverde, esa a la que veo mucho menos de lo que debiera, me molaba mucho. Aparte de que, joder, la última vez pillé cacho, y eso influye, para qué voy a mentir. Cuando me quise dar cuenta, estaba apuntado. A todo. Alberto y yo decidimos que queríamos vivir la experiencia completa: comer y cenar allí, hacer las dinámicas con el resto de monitres... no limitarnos solo a ayudar con el Campo de Trabajo, sino aprovechar al máximo la oportunidad. Y no solo eso, sino que además, había accedido a ser el prota de la cosa que más me gustaba de este campamento: 

Imaginaos a todos los niños, en corro, después de cantar las típicas canciones de campamento, sentados esperando la llegada de un personaje extraño que ven todos los días. Los pequeños, superilusionados, los mayores tratando de descubrir quién está detrás del disfraz... y los medianos esforzándose por cumplir los valores de los que hace gala. Es lo más bonito del mundo.

A decir verdad, es solo un teatrito, de diez o quince minutos que se hace todas las mañanas para todos los niños y monitores y que es a su vez, el hilo conductor del Campo de Trabajo. Las cosas tratadas ahí son los valores del día (cariño, sabiduría, ilusión....) y se trabajan un poco antes de los talleres. Pero desde el primer año que lo hicieron, mi yo de enano soñaba con ser el prota. Se me había cumplido un sueño.

El lunes 13 empezamos con los niños, pero un par de días antes, Alberto y yo fuimos a comer con los monitores, y empezar nuestro campamento. 

Si os digo la verdad, me resulta muy curioso pensar en ese momento. No podía evitarlo, y mi cerebro no dejaba de intentar averiguar con quien me iba a llevar mejor o peor, con quien podía tener más o menos cosas en común, quién iba a juzgarme por mi peculiar físico... Y mi cerebro (que no yo, ojo, que yo no me equivoco nunca) se equivocó por completo.

Todo comenzó a ser extraño cuando empezaron a decir las edades. El campamento se ofrece a personas de fuera de Madrid, de los colegios Vedruna, que están a punto de pasar a 1º o 2º de Bachiller, justo la edad con la que dejé de ir a este campamento. ¿Qué ocurre? Que yo he crecido, pero la edad a la que se ofrece no ha cambiado. Y de repente me encontré con gente que había nacido incluso en el 99. En el puto mil novecientos noventa y nueve. Haceos una idea, Kurt Cobain estaba remuerto, a las pesetas les quedaban dos telediarios. No me creía que personas nacidas en ese año no fueran niños. Y mucho menos que fuesen capaces de mantener una conversación sobre algo que no fuera el sabor del zumo que quieren con la merienda (el de melocotón y uva es el mejor y lo sabéis).

Otra vez que fallo estrepitosamente al prejuzgar. Al llegar la noche de ese primer día me doy cuenta de que estoy con personas que molan bastante, y que no es que ellos sean jóvenes... es que soy yo, que me estoy haciendo viejo. El sábado pasó y el domingo me hicieron ir a misa. A mí, a la persona más atea de la faz de la tierra. Pero me lo pasé bien, me dieron un djembé. Soy como un crío, me das algo con lo que jugar (o hacer música) y me estoy calladito y en mi sitio en cualquier parte.

Ni nos dimos cuenta, y estábamos en la noche previa al primer día. Nervios. Miedo a que las cosas salgan bien. Y yo, como tenía que ser el prota del teatrito, al llegar a casa (a las doce de la noche pasadas), tuve que prepararme el disfraz. Tenía que hacerme pasar por niño de 7 años. Esto es: taparme la perilla (al principio complicado, después fácil. Y no, afeitarse no era una opción), elegir ropa de crío, esconderme el pelo... y depilarme las piernas. Ahí estuvo lo complicado. ¿Habéis intentado hacer una cosa de un modo que os parece el mejor, y aunque claramente no lo sea, habéis seguido erre que erre por pura cabezonería? Pues eso resume bastante bien esa noche. Hasta las dos de la mañana. Y tenía que levantarme a las ocho.

Terminado todo me fui a la cama, con un montón de cosas que pensar: las reacciones de los niños cuando me viesen disfrazado, la aceptación que tendría mi taller (de Ritmo, pero de eso hablaré en la siguiente entrada), y cómo mutarían las relaciones entre los monitores. Porque esa es la cosa más interesante de los campamentos: juntar a un montón de adolescentes hormonados en el mismo sitio, con restricciones y siempre algo que hacer, a ver cómo se desesperan y qué hacen. Y no malinterpretéis el uso de la tercera persona en el anterior enunciado, yo soy más adolescente hormonado que cualquiera.

Acabo esta entrada prometiendo que, por suerte o por desgracia para vosotros, habrá más. Porque me apetece y porque este es mi blog y me lo follo cuando quiero. Ah, y os animo a construir una frase con la primera letra de cada párrafo. ¿Ya lo habéis hecho? Reíos a gusto. 

Besis de melocotón y uva.



domingo, 24 de mayo de 2015

Cosas que odio

Que pase el tiempo

Tíos, yo era feliz. Era feliz llevándome el tamagotchi a clase, e inventándome truquitos para que no se notase cuándo le cambiaba las cacas. Era feliz cuando le quería decir algo a mi compañero de la otra esquina y hacía rular un papel mal doblado con un "eh, mira, a la profe se le nota un pezón". Cuando me dejaba el libro en clase y eso significaba llamar a alguno de mis amigos para que me dictara las preguntas durante cinco minutos y hablar de nuestras mierdas otros veinte.

Era feliz cuando para reirme en una conversación por escrito con alguien (como las notitas de clase), tenía que escribir "jajaja", no la mierda esa de xD.

Pero no. El tiempo tiene que pasar. Y ahora no me busco las mañas para distraerme en clase cuidando de un bichito pixelado, sino que saco el ordenador y me pongo a jugar a Pokémon en alta definición. 
Ya no le mando notitas a mi compañero de clase, sino que saco el ordenador y me meto en WhatsApp Web para decirle lo que sea, adjuntar una foto y doscientos mil emojis. 
Ahora me dejo el libro en clase y... Ah, no, espera, que lo que usamos son manuales en pdf, que guardo en el ordenador y puedo encontrar fácilmente por internet. 
Y el xD... Sigo sin explicarme por qué utilizamos la representación de la cara de un hombre tuerto con un ojo cerrado y la boca abierta para reírnos.

Los textos a ordenador no justificados

A ver, tenemos acceso a procesadores de texto con los que Gutenberg se masturbaría, podemos hacer que lo que escribamos sea bonito, proporcional, correcto tanto ortográfica como gramaticalmente, variado, y aun así, aunque haya un botón que al pulsarlo haga que las líneas automáticamente se compensen unas a otras, no lo pulsamos. Porque "no se nota", decimos. Pero decidme vosotros a mí, ¿no es mucho más bonito el párrafo anterior, justificado, que este sin justificar?

La expresión "Esto es como todo"

Esta me toca especialmente los cojones. ¿Qué es ese todo? ¿Se refiere al conjunto de la absoluta totalidad de conceptos del universo? Entonces claro que es como todo. 
Pero es peligroso. Porque si dices que todo es como todo, estás comparando y diciendo que son la misma cosa una silla y una hamburguesa. O una prospección petrolífera y una prospección anal. Y créeme que no quieres que te metan una de esas cosas para encontrar petróleo por tu asterisco.

Pero no me molesta solo por eso, no. El subtexto de esta expresión es "mira, me has contado tu movida, y entiendo que estés jodido por x, pero honestamente no se me ocurre nada que decirte o (en el mejor de los casos), me la come de canto lo que te pueda estar pasando. Así que te digo que eso es como todo, y cambiamos de tema a uno que me interese más a mí". 
Y también están sus variaciones: Es lo que hay o mi favorita: tú no te rayes, tío, tu pasa.

Parecer borde en los chats.

Esto se merecería una entrada entera. Pero soy un puto vago. De hecho, si algo debéis saber de mí son tres cosas: soy un puto vago, soy un puto chulo y soy un puto amo borde. Lo que me lleva al tema principal de este apartado, Si es que está tó pensao.

Amo el idioma escrito. Me encanta escribir bien. Vale, que sí, que las dos últimas palabras del párrafo anterior son dos vulgarismos como dos chalets adosados de grandes, pero no tiene nada que ver una cosa con la otra. A lo que voy es a que me gusta poner tildes, comas, comillas, usar la cursiva cuando es posible, y , me gustan los puntos finales.

"Ok, Jose, pues vale, ¿y?", diréis. Pues el problema viene a la hora de poner un punto y final en un chat. Instantaneamente parece que lo estoy diciendo a malas. Aunque la conversación vaya del estilo de:

"-T gusta kmo me keda el vestido??? :P

-Sí, estás muy guapa.

-Joder pedazo d borde xd si n te gusta ps me lo dices"

Y claro, mi cara oscila entre "Pero qué gilipollez de conversación" a "Pero qué gilipollez de persona"
Parece que hay que escribr cmo un rtrasado xdxdxdxd xra q la gnt n se sienta ofendida xd.

Vosotros

Todos, todos vosotros. No sois más que piezas en un engranaje que no sabéis de la vida. Los que andáis por ahí con la cara larga no habéis sufrido lo que he sufrido yo, no tenéis derecho a quejaros. 
Los que vais por la vida sonriendo sois unos mierdas a los que se lo han dado todo hecho y no tenéis que trabajar tanto para sacar una sonrisa como lo hago yo.

No tenéis ni puta idea de lo mal que lo he pasado, para que vengáis encima a contarme vuestros problemas de mierda, cuando a mí me cuesta sonreír incluso si me cuentan un chiste. Pero aun así, aun así os escucho, porque si no no me escucháis a mí. 

Intento que os deis cuenta de que estoy jodido, ¿vale?. Me quedo pensativo, con cara afligida en clase, mirando al infinito, pero no me preguntáis nada. Niego los planes diciendo que prefiero quedarme en casa, para autocompadecerme, a ver si así despertáis, pero no. Estáis encerrados en vuestra burbuja de "soy la persona más importante del mundo, y los demás son secundarios para mí, meras piezas en un engranaje". Sois mierda. Y os odio. Pero os pongo buena cara para que no me veáis como un borde.

La gente así ↑







(El apartado anterior ha sido mitad crítica medio irónica a ese tipo de gente, mitad crítica hacia mí mismo, porque hay veces, muchas veces, que no salgo de mi ombligo, y llego a ser así de gilipollas)