Aviso para navegantes: Esta es mi opinión. Con ella no pretendo sentar cátedra, ni influir a los demás. Simplemente voy a escribir en mi blog lo que yo pienso sobre un tema que a mí me importa. Ale, disfrutad.
De esto que estoy un día a punto de irme a la cama y me vibra el móvil. Lo miro, y veo que una amiga mía me ha mandado una fotografía en la que se la ve un pezón. Adrede. Contesto con una foto en la que se me ve sin camiseta, y un poquito la punta del ciruelo. Adrede. Somos dos adultos, responsables, que queremos ver el cuerpo del otro en ese momento. Y tocarnos con ello. Y contarnos cómo lo hacemos. Y mostrarnos cómo lo hacemos.
A priori no hay nada de malo en ello, ¿verdad? Dos adultos disfrutando de su sexualidad utilizando la tecnología de intercambio de datos. Lo que comunmente se conoce con el desafortunado término de: sexting.
El sexting no es solo mandarse fototetas y fotopollas. Consiste en utilizar las nuevas tecnologías para suplir la distancia que separa a dos personas que, si no fuese por ello, estarían comiéndose las bocas desesperadamente. El sexting es la vía de escape para la tensión sexual de las parejas a distancia. Es la sal que te aliña un día de trabajo o de estudio. El sexting le da mil vueltas al porno, porque estimula la imaginación mil veces más que él (sin desmerecer al porno de ningún modo).
El sexting se basa en la confianza entre los dos (o tres, o cuatro...) participantes. Confianza en que tu cuerpo no va a ser juzgado, sino apreciado. Confianza en que el intercambio va a ser recíproco. Confianza en que las fotografías solo las van a ver los ojos que tú quieres que las vean.
Pero no todo el monte es orégano. En esta sociedad emparanoiada por naturaleza en la que vivimos, en la que se nos educa en el miedo (el miedo a ir por sitios transitados si ocurrió un atentado hace poco; el miedo a ese hombre sin piernas que te pide una moneda...), se encontró en el sexting un filón: "¡Pero cómo vas a mandar una foto de tus tetas, si no sabes quién las puede llegar a ver!".
Hay algo que me llama poderosamente la atención: En las charlas sobre redes sociales que involucran el sexting (prácticamente todas, últimamente), este tema se aborda de la siguiente manera "Cuidado con mandar fotos de tu cuerpo, no sea que la persona que las reciba las filtre".
Lo que yo traduzco por: "Cuidado con confiar en alguien, que seguro que te va a traicionar, y más tonto eres tú por confiar en quien es un traidor potencial. Te lo mereces".
Lo que yo traduzco por: "Cuidado con confiar en alguien, que seguro que te va a traicionar, y más tonto eres tú por confiar en quien es un traidor potencial. Te lo mereces".
Ninguna de ellas se centra en decir: "Si en algún momento te mandan una foto privada, no la filtres, tontopollas, no traiciones la confianza de quien te la ha mandado".
Continuamos con la cultura del victim-blaming, el culpabilizar a la víctima. "¿Te hacen algo malo? Culpa tuya". Ni siquiera se plantea la posibilidad de que la persona pueda ser capaz de no hacer algo malo. Como si el ir a joder fuese intrínseco a su naturaleza. No. La culpa es tuya por ejercer tu derecho a la libertad, y no de la otra persona por realizar actos contra tu persona.
Aquí, más ejemplos de victim-blaming:
Aquí, más ejemplos de victim-blaming:
- No lleves el reloj de oro por la calle, que te lo van a quitar.
- No vayas así vestida, que pareces una guarra y te van a violar.
- No vayas con la camiseta del Madrid por Barcelona, que te van a pegar.
- No le lleves la contraria al profesor, a ver si te va a castigar.
Os invito a reflexionar por un momento, haciéndoos esta pregunta: De los (pocos) ejemplos que he puesto, ¿En cuántos os habéis parado y habéis dicho "No, pero joder, eso es sentido común".
El sentido común es esperar lo peor del otro. Entiendo.
Estamos podridos.
Dejo ya de divagar.
Gracias por leerme.
Besis de turrón.
PD.: Si alguna tiene a bien en mandarme una fototetas, yo tendré a bien en disfrutarla.