lunes, 20 de abril de 2015

Los puntos se conectan hacia atrás

Hoy he tenido que hablar delante de toda mi clase sobre el tema que yo eligiera. Y como me he currado tanto el discurso, pues he pensado que sería genial dejarlo por aquí y que vosotros me dijeseis qué os parece.

La experiencia ha sido genial. Pese a los nervios (o, qué carajo, gracias a los nervios). He sentido que he conectado con la clase, que de verdad el tema les interesaba, y ha sido genial. Y la idea de meter música de fondo, concretamente la BSO de las 5ª y 6ª temporadas de Doctor Who, ha sido la polla.

No os entretengo más, ahí va:



Muy buenas tardes a todos.

A los que ya me conocéis la siguiente frase os va a resultar un poco inútil, pero para los que no, va a ser ciertamente reveladora, así que ahí va: 
Me llamo Jose. 

Entré el año pasado en esta universidad. Y este curso en vuestra clase, y antes de nada me gustaría daros las gracias, porque desde la ESO no me sentía tan arropado en una clase como me siento ahora así que este aplauso es para vosotros. 

Muchos ya me conocéis, pero para los que no, bueno, solo decir que mi cantante favorito es Abraham Mateo, mi saga de películas favoritas, las de Crepúsculo, aunque si convierten en saga las de 50 Sombras de Grey… me parece que va a estar ahí… a la zaga
Mi programa de televisión favorito es Mujeres y Hombres y Viceversa, pero últimamente no lo puedo seguir mucho, que hay que entrar pronto a la uni, y disfruto a horrores con la prosa de Kika Superbruja. 
El octavo es mi favorito, eleva la tensión a niveles insospechados. No sabes si va a conseguir salvar el mundo y llegar a casa para acabar los deberes a tiempo para la clase de naturales… Aunque creo que mejor no os lo destripo.

Soy monárquico, católico, voté y votaré al PP cada vez que se presente a las elecciones, si tengo que elegir mi cita favorita… sería una cena en un buen restaurante. Y si os habéis creído todo esto… quiere decir que miento mejor de lo que creía.  

Después de esta presentación más bien cómica, vamos a lo nuestro. Al principio pensé en aprovechar esta oportunidad que se me brindaba para hablar un poco de mí, hacer que me conocieseis más, quizá contaros alguna historia de mi vida… 
Pero luego pensé que no todos los días se me presenta la oportunidad de hablar delante de un grupo de gente. Y que para una vez que puedo hacerlo, mejor hablar de un tema que pueda llegar a interesar. 
Así que, si esperabais conocerme más después de esta presentación, o tenéis curiosidad sobre mí, podéis acercaros y decirme “hola”, que no muerdo. Pero hoy, quiero hablaros de otra cosa. 

“Los puntos se conectan hacia atrás”. Esta frase la pronunció Steve Jobs en uno de sus discursos de Silicon Valley y aunque pueda parecer un poco críptica al principio, su explicación es bastante sencilla. Simplemente, quiere decir que no podemos conocer las consecuencias de nuestros actos, o de nuestras decisiones, hasta mucho después de haberlas tomado

Cuando escuché esa frase por primera vez, hace ya más de un año, me puse a hacer introspectiva.

Pensé en la situación en la que me encontraba en ese momento y cómo había llegado hasta allí. Las decisiones que había tenido que tomar, las cosas a las que tuve que renunciar, los malos momentos, los buenos, incluso las acciones más nimias. 
Todas ellas contribuyeron a que yo, en ese momento fuera feliz. A que me despertara cada día con una sonrisa. A que ganara confianza en mí mismo. A que me apeteciese vivir. 

Y bueno, aquí no hay nadie que me conozca hasta ese punto, pero puedo deciros que todo eso fue un verdadero logro. 

Escuché hace mucho otra frase, no me acuerdo dónde, ni quién la dijo...
Bueno, de hecho sí me acuerdo de quién la dijo. La dije yo. Toda esta situación me ocurrió a mí, pero a la hora escribir este discurso, me ha parecido demasiado buena como para atribuirme el mérito a mí mismo. 
Debí de escucharla en la televisión, o de leerla en internet o en algún libro. No puede ser que sea fruto de mi mente exclusivamente. Se trataba de una pareja, que estaba empezando a salir, y tenían esa pasión, ese amor primigenio…. Bueno, todos sabemos a lo que me refiero. Y se encontraban tumbados en la cama. 
Y sabemos todos igualmente que las parejas que están empezando se tiran todo el día en la cama, pero no penséis mal, estaban a punto de dormir. 

Y uno de los dos tenía a la persona que quería en frente, cogiéndola de la mano, mirándola a los ojos… y decía algo así como: “Agradezco todas y cada una de las decisiones que he tomado, cada lágrima que he llorado, cada vez que he reído, porque todas esas pequeñas cosas me han llevado a estar ahora aquí, contigo. Y eso no lo cambiaría por nada” 


La reacción más lógica al escuchar todo esto que os he dicho es decir: “Vaya, pues a partir de ahora voy a procurar que cada uno de mis pequeños actos me lleve a esa felicidad tan alucinante”. 

Pero no es tan fácil. 

Recordemos lo que decía Steve Jobs acerca de que los puntos se conectan hacia atrás. 
No puedes saber si haber salido a la calle sin paraguas ese día va a conseguir que una chica preciosa se compadezca del pobre chaval empapado que anda corriendo de balcón en balcón y se ofrezca a compartir el suyo. 
Ni puedes decir con absoluta certeza “Voy a coger la mención en inglés, voy a terminar la carrera, me voy a ir a trabajar a Londres, me voy a enamorar de una londinense bajita y con pecas y vamos a ser felices allí”.
Porque no. Porque no funciona así. 

Eso sería conectar los puntos hacia delante

Sería intentar buscar la lógica en lo ilógico del universo. 

Sería imposible. 

Hay cosas que, simplemente, no se pueden prever. 


Así que equivoquémonos, tropecemos, caigamos, levantémonos otra vez para pisar una piel de plátano y volver al suelo. Rompámonos la cabeza, los brazos o el corazón. 
Digamos te quiero aunque no estemos seguros de si es correspondido. Vivamos. 

Porque eventualmente, llegará el momento en el que seremos felices. 
Y en ese mismo momento agradeceremos todas y cada una de las cosas que nos han llevado a ello. 
Y estaremos dispuestos a tropezar otra vez. 


Muchas gracias.

martes, 14 de abril de 2015

Fauna y flora del culto al cuerpo. Parte I

Seguro que lo estabais esperando.
Hoy os voy a hablar de la clase de gente que me encuentro en el G y M. [¿Ge y eme? ¿Qué es ge y eme? Aaaah. Gimlaaasiaa]*

El primer punto a tener en cuenta es que, en efecto, no. No hay ningún tirillas más.
El tío al que más me parezco me saca dos cabezas y otros tantos brazos.
En segundo lugar, no sé dónde se esconden, o si son o no un mito, pero esos gordetes graciosos que se apuntan al gimnasio a bajar las lorcitas no existen. Creía que la simple visión de uno de ellos me animaría, ya que dada mi condición de tirillas, seríamos como la misma cosa pero al revés. Pero no. 

La fauna del gimnasio se divide, así a grosso modo y según el criterio de mis cojones al viento, en dos categorías: Machokes y Hitmonchans. Por si no estáis familiarizados con estos términos, esto es un Machoke;


...y esto, un Hitmonchan:

Machokes: Son esos tíos que... Bueno, creo que la foto de Machoke les hace bastante justicia. Imaginaos eso pero color carne. Nunca, pero nunca les veo en la zona de piernas, siempre están esculpiendo sus torsos o levantando hierros inmensos mientras hacen poses delante de los espejos (tristemente, esto no es broma).
Aunque parezcan unos monstruos desalmados, la verdad es que son los más majetes. No dejan de lanzarse pullitas entre sí, y si no sabes hacer un ejercicio bien (lo que ocurre continuamente porque las máquinas no es que sean lo más intuitivo del mundo), te ayudan con una sonrisa.

Hitmonchans: Por otro lado, estos parecen chavales normales, en sus veinte... Hasta que se levantan la camiseta, o les ves hacer ejercicio. Les llamo Hitmonchans porque lo más probable es que sean boxeadores amateur o profesionales, ya que Parla posee una gran cantera para este deporte.
Estos son menos majetes. A alguno sí que he cazado mirándome mal.
... Lo que no entiendo es por qué. Seguro que es por mi perilla.

Esto en cuanto a la fauna. Ahora vayamos con la flora. Es decir: lah muhereh.

Esto es sencillo: Están las mujeres, que de caracterizan por no abandonar las primeras dos filas de máquinas (las correspondientes a cardiovasculares) que, imagino, van para perder peso, o lo que sea. Y luego está la tía buena. Sí, sí, en singular. Le dedicaré una entrada aparte seguramente, así que sólo diré que entró un par de días después que yo y ya alcanzado a hacer la rutina que yo hago.
Lo cual me deja en la categoría de tirillas al que puede una mujer. Y bien orgulloso que estoy, hombre.

Y nada más. Probablemente haga una segunda parte de esta entrada, según vaya conociendo más y más gente y las clasifique metalmente en más y más grupos simplemente para autoconvencerme más y más que aunque ellos levanten unos hierros de la ostia... yo soy más gracioso.

Larga picha y prosperidad



 *Esto de aquí. Haced clic donde pone "aquí". No, no me miréis con esa cara de "Jose, sé cómo funciona un hipervínculo" porque alguna vez ya lo he tenido que explicar.

lunes, 6 de abril de 2015

Los músculos pequeños te hacen sentir inútil.

Bueno, a ver, pa empezá... Como veis llevo mazo tiempo sin subir nada. Eso es simplemente porque voy a esperar a escribir entradas a cuando realmente tenga algo que decir. Así yo me ahorro el comerme la cabeza y escribir forzado, y vosotros os ahorráis el leer una entrada de mierda. Con esto aclarado, vamos al tema.

Con músculos pequeños me refiero a tales como el triceps, el pectoral (al menos en mi caso, que soy un tirillas) o los antebrazos. Justo los que me han tocado hoy en la nueva rutina. Y me cago en la ostia puta. 
De pectorales bien, que ya estaba acostumbrado, pero los tríceps... Eso es harina de otro costal. ¿Recordáis como en la segunda o tercera entrada os hablaba de lo ridículo que me sentía cuando me tocaba levantar la barra larga de pesas con los pesos más pequeñitos que había disponibles y aún así me costaba? Hoy he hecho tres ejercicios con la barra larga desnuda. Solo levantando y bajando la barrita, que debía pesar dos kg como mucho. 
He alcanzado un nuevo nivel de patetismo. Y me he propuesto mi primera meta: dejar de dar la pena en el gimnasio. 

Hay un momento muy curioso que quiero compartir con vosotros. Y es que cuando hablamos de músculos pequeños pasa algo bastante interesante. No es como si ahora os digo "levantad esta mancuerna de 30 kg", que probablemente, aunque os costara, podríais hacer un par de repeticiones con ella, apretando el culo hasta que los músculos se os quedasen flojos. Con los músculos pequeños ocurre que, como los pesos no pueden ser muy grandes, no notas que tengas que hacer mucho esfuerzo. Y comienzas las repeticiones. Y llega un momento en el que el músculo dice "Nop, ya no me muevo", y no es como con los músculos grandes que puedes, como he dicho antes, apretar el ojete y hacer una más. No, si dice que no, es que no. No se mueve el condenao, como si en lugar de articulación tuvieses una pieza angulada que no diese más de sí. La primera vez que me ha ocurrido ha sido muy confuso, y me he partido de risa, y no sé, me apetecía contároslo.

Y... nada más. Comienzan a normalizarse los días, la gente a ser más aburrida, comienzo a acostumbrarme a la rutina... Las cosas me sorprenden menos, pero no os preocupéis que tengo un par de cosillas en la recámara por si las moscas. 

Besis de... (ya no sé ni qué frutas he puesto)




Besis de Ruffles York'eso. Que están tó ricas.

PD: Pol cielto, cierta gente me ha dicho ya que por qué hablo sólo del gimnasio, que por que no escribo más de mis mierdas un poco off topic. ¿Qué opináis? Como todos los que me leéis me seguís por Twitter, podéis contestarme por ahí.