martes, 31 de marzo de 2015

Si te parece fácil, lo estás haciendo mal

Ok, pensaba ponerlo al final, pero no, lo escribo aquí. Mirad los vídeos que os enlazo, hijos de puta, tanto las canciones como los hipervínculos, que uno se los curra para encontrar los adecuados e insertarlos, y comentarlos con vosotros después, y luego nadie los ve. Capullos. Os quiero.


Algunos de vosotros me habéis pedido que me aparte en cierto modo del tema principal y hable de cosas que no tengan que ver con el gimnasio.
Lo que ocurre es que no os dais cuenta de que ya lo hago. Utilizo la excusa de "esto se me ha ocurrido mientras hoy estaba en la sala de máquinas" para hablaros de mis mierdas. Y está bien. A vosotros os gusta, y a mí más.

Aunque, realmente, esto de hoy sí que se me ha ocurrido en la sala de máquinas. Veréis, estaba yo realizando un ejercicio, y sorprendiéndome porque se me hacía mucho más fácil que cuando comencé a hacerlo, y justo en ese momento, llega el monitor y me dice que, efectivamente y como habéis podido inferir por el título, lo estaba haciendo mal.

Y es que, si algo te parece fácil, lo estás haciendo mal

Esto no se limita ni mucho menos a un gimnasio, ni siquiera al deporte, sino que es un axioma que se puede transportar con facilidad a la vida diaria. Porque ¿Cuántas veces habéis dicho o escuchado la frase "ya decía yo que me parecía demasiado facil"? 
Que sí, que no os estoy descubriendo El Dorado (grandísima película), lo sé, pero me parece algo sobre lo que merece la pena reflexionar. Y es que no me refiero sólo a que algo te parezca demasiado fácil, sino a las veces que tomas el camino fácil. La distancia más corta (según el saber popular) es la línea recta, pero quizá no sea la más adecuada. Si quieres construir un camino entre dos lugares que tienen una casita de por medio, sí, puedes hacerlo en línea recta, pero te cargas la casa. Y jodes la vida a los habitantes, Quizá la línea recta sea el camino más fácil, pero no el más adecuado. 

No me enrollo mucho más, que he quedado para tomar cerveza. Pero pensad por un momento si estáis tomando el camino fácil en algún aspecto de vuestra vida, y a quién podéis estar perjudicando, ya sea por comodidad, por miedo, o porque simplemente no os habéis parado a pensar en que existe otra opción.

Besis de sandía.


PD: Me encantan las postdatas.
PD2: Como siempre, vídeo graciosete para tragar toda esta cosa no graciosa, aquí.


viernes, 27 de marzo de 2015

No quiero ir al Gym

Esas son las primeras palabras que he pensado cuando ha sonado la alarma esta mañana. 
Hoy completo mi primera semana (me niego a ir los fines de semana) continua de gimnasio, y no podría estar más orgulloso de mí mismo... ni más hasta la polla.

¿Dónde quedaron aquellas mañanas desperdiciadas tocando la ocarina mientras juego a Dark Souls? ¿Dónde quedó aquello de dormir hasta las once/doce y no desayunar porque, total, ya comeré? En el pasado. Todo queda en el pasado. Y yo que me alegro, pero hay veces que se echa de menos.

Por eso, y por todo el cansancio, las primeras palabras que he pensado esta mañana han sido No quiero ir al Gym. Y por eso, la primera canción que he escuchado ha sido esta:

De letra: 

Yo iba al gimnasio a bajar estas lorzas 
Sudar las toxinas de tantas cogorzas 
Risueño y contento me fui para dentro 
Pensando que habría millones de mozas 

Pero ¿dónde me he metido? 
Solo hay tíos y embutido 
Y encima el pitillo he de apagar 

Mama, no quiero ir al gym 
Al monitor le hago tilín 
No quiero volver 
Que allí les va el rollo voyeur 
No quiero ir al gym 
A mí nadie me echa un culín 
No quiero volver 
Que no, tío, mi no entender 

Todos se miran en grandes espejos 
Mientras levantan unos hierros inmensos 
Cocktail de anfetas y chutes de asteroides 
Sus venas se hinchan y hasta los hemorroides 

Culturistas, masoquistas, 
Narcisistas y onanistas 
Abran paso yo salgo de aquí 

Mama, no quiero ir al gym 
Al monitor le hago tilín 
No quiero volver 
Que allí les va el rollo voyeur 
No quiero ir al gym 
A mí nadie me echa un culín 
No quiero volver 
Que no, tío, mi no entender 

Las duchas dan miedo y aprieto mi ojete 
No quiero que nadie me haga un boquete 
Hombres desnudos de cuerpos peludos 
Aroma de huevo, de ingle y de culo 

Mama, no quiero ir al gym 
Al monitor le hago tilín 
No quiero volver 
Que allí les va el rollo voyeur 
No quiero ir al gym 
A mí nadie me echa un culín 
No quiero volver 
Que no, tío, mi no entender 

Musculosos y fibrosos 
Poderosos mariposos 
Yo cojo el macuto y no me veis

Mama, no quiero ir al gym 
Al monitor le hago tilín 
No quiero volver 
Que allí les va el rollo voyeur 
No quiero ir al gym 
A mí nadie me echa un culín 
No quiero volver 
Que no, tío, mi no entender 

Lo que de verdad me sorprende de esta canción es la precisión de la letra. Simplemente quería compartirla con vosotros.

Besis de frambuesa.




PD: Perdón por la entrada cutre en la que me valgo del trabajo de otras personas para haceros reír. Pero os habéis reído, así que yo gano. 

jueves, 26 de marzo de 2015

Acojonante

Hoy ha sido un día normalete en el gimnasio, así que he tenido tiempo para pensar. ¿Y en qué he pensado? Pues en vosotros.
 Llevaré con el blog abierto ¿qué? ¿Tres días? Y en estos tres días no ha habido uno solo en el que alguien no me preguntara "¿Hoy no has ido al gimnasio? ¿Y la entrada?". Me parece acojonante.
Soy consciente de que no mucha gente me lee. De que tomará bastante tiempo que el número ese que hay a la derecha (debajo de toda la mierda que suelto por Twitter) llegue a las cuatro cifras. También soy consciente de que las personas que me leéis sois en vuestra totalidad, conocidos y amigos míos. Sé también que no mucha gente sigue este blog, pero joder, los que lo hacéis lo hacéis de puta madre.  
Aún así, hay una cosa que me haría muchísima ilusión. Y es que me leyera alguna persona que no me conoce. Algún conocido vuestro, por ejemplo, pero que no sepa quién soy. 
De acuerdo, si, parecerá una tontería, o simple publicidad que os pido, pero si conocéis a alguien a quien pueda gustarle... Podéis hacerle el gran favor de dejar que se deleite con mi patetismo gimnasil.

Agradezco mucho todo el apoyo que estoy recibiendo, y es que me animáis a continuar en ese templo del culto al cuerpo. Ahora cuando llego, no pienso en las agujetas que tendré al día siguiente, ni en lo bueno que estaré en un par de meses (de ilusión también se vive). Pienso en de qué voy a hablar por las noches cuando me esté tomando una cerveza y abra Blogger (o como en este caso, cuando llegue de estar por ahí comiendo pizza). 

Lo cuál me recuerda a otra cosa. Pese a que me encanta que me preguntéis por el blog, quiero que sepáis que entradas habrá generalmente una al día, de lunes a viernes, y más bien por la noche. 
Me he sentido muy tentado a no decíroslo para deleitarme con el interés que mostráis por mis peripecias, pero ¿qué se le va a hacer? Soy un buen tío. 

... 

¿Qué no? ¿CÓMO QUE NO? Bueno, sí, eso. Gracias por aguantar otro día más, y además consecutivo, una entrada que se aleja del cariz jocoso del resto. Pero no todos los días son fiesta, y también hay veces que las mañanas en esa sala de máquinas son normales tirando a mortalmente aburridas. De todas maneras, tengo un par de temas guardados en la manga para cuando eso ocurra, no os asustéis. 
Ya está, ya está, ya me callo, pasad una buena noche. 
Y si me estáis leyendo por la mañana... Pues pasad una buena noche también, joder, ¿por qué no? Las noches molan. 

Besis de melocotón(cito).

PD: Siempre os pongo un vídeo guay o algo, para que no os aburráis y así os vayáis con buen sabor de boca, así que... Tomad: 


Me les como. Es que me les como.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Preguntas

Soy un extraño en el mundo del fitness. Las personas con las que me cruzo a diario en el gimnasio parecen conocer todo lo que les rodea. O simplemente carecen de la curiosidad que a mí me caracteriza. 
Ellos ven los espejos en las paredes, y les da igual. Yo me pregunto qué hacen ahí. 
Ellos ven las pesas de 120kg y se motivan para llegar alguna vez a levantarlas. Yo me pregunto si alguien alguna vez ha entrado a ese gimnasio con la única pretensión de alcanzar a ejercitarse con ellas. 
Ellos miran la hora en el reloj. Yo me pregunto por qué, en un sitio en el que te aconsejan tomarte un minuto de descanso entre cada serie, ningún reloj tiene secundero. 
Me temo que estas dudas se agolpan en mi mente más rápido que lo que tardo en resolverlas. Pero está bien, si lo supiera todo, posiblemente dejaría de asistir. 

No obstante, comienzo a entender un poco el funcionamiento de los espejos. 
Veréis, hoy me encontraba como el segundo día que fui, delante de uno de ellos, con una barra larga de hacer pesas y los pesos más pequeños que pude encontrar. Y mientras iba por la segunda serie, levanto la vista. Y me veo a mí mismo, con una sonrisa irónica. Ni siquiera me había dado cuenta de que sonreía, pero ahí estaba, yo mismo, partiéndome el culo de mí. 

Fallar a desconocidos me la suda. Fallar a mis amigos no me importa. Fallar a mi familia es un duro palo, pero soportable. Pero fallarme a mí mismo no lo concibo. Así que, saqué fuerzas de donde no las había y completé el ejercicio sin rechistar y con precisión. 
Puede parecer leyendioso*, así escrito, pero no olvidemos lo patético de la escena: el tirillas del gimnasio dejando la zona de pesas con sonrisa de satisfacción tras conseguir levantar 5kg. La cosa cambia ¿eh? 

Con esto no quiero decir que los espejos sirvan precisamente para eso. Simplemente los considero una gran herramienta de motivación. Habrá gente que los utilice para cosas totalmente distintas, y eso está bien mientras a ellos les sirva. 
De hecho, ahora que lo pienso, puede que la razón de la afluencia de espejos sea simplemente la de corregir la postura cuando haces un ejercicio, y todas estas vueltas que le he dado a la idea no hayan servido para nada. Quién sabe. 

Preguntas de este calibre las tengo a palas, y aquí las iré intentando resolver (que para eso es mi nombre el que sale ahí debajo de cada entrada). Una hora y media levantando y depositando peso en soledad dan para mucho pensar. 
Para finalizar, pediros disculpas por una entrada quizá un poquito más seria de lo que os tengo acostumbrados. Aquí tenéis un vídeo gracioso para compensar. 

Besis de fresa. 




* Del material del que se hacen las leyendas, más información aquí

martes, 24 de marzo de 2015

Chinchaos.

Pensé en titular esta entrada Sonrisa desdentada
Por mi cabeza pasó también la opción de Breve acercamiento a la música de los gimnasios
También pensé en titularla Laura
Me planteé de igual manera ponerle de título La lámpara asesina
Qué carajo, incluso pensé en llamarla Día mortalmente aburrido

Día mortalmente aburrido
Os preguntaréis por qué. Veréis, la primera mitad del día ha sido, como en el título que barajé, mortalmente aburrida. Simplemente llegar, calentar y hacer los ejercicios que me tocaban hoy. Aunque no quiero que con esto creais ni por un momento que eran fáciles. Lo bonito ha llegado cuando mi subconsciente ha dicho "Tengo que darte algo para escribir, ¿por qué no te recuerdo un miedo irracional que llevas teniendo toda la vida?"

La lámpara asesina
Os pongo en situación, ahí estoy yo, tumbado en una máquina levantando peso y mirando al techo cuando mis ojos se posan en la lámpara que pende justo sobre mi cabeza. Incapaz de ignorarla, me planteo qué ocurriría si la cadena que la sujeta estuviese oxidada. O qué ocurriría si, por algún casual, el yeso del techo no fuese de buena calidad. Coño, que mi cerebro estaba informándome de lo tremendamente gracioso que sería que se me cayese la jodida lámpara en la cabeza, y además, señalándome que la trayectoria sería la exacta para que la bombilla me acertara en un ojo.
Y yo en la primera serie. Acabé las otras dos acojonao. No quiero volver a ver esa máquina y su horrenda colocación en mi puta vida. Tete.

Laura
Esto sólo lo van a coger los más allegados a mí. Pero qué coño, sois los únicos que me leéis.
Pues veamos, estoy terminando ya el día, con un casco sí y otro no por si alguien me quiere hablar. Y mis oídos detectan una melodía que no escuchaba desde que era un enano e iba en coche con mi familia. Pero lo importante no es la melodía, no. Lo importante es la letra.

Laura no está
Laura se fue
Laura se escapa de mi vida

Si no me conoces, o no conoces la historia de mi vida, esto te estará dando igual. Pero si sí lo haces, ahora mismo te estarás partiendo el orto. Y con razón. De hecho eso es lo que hice yo. En medio de un gimnasio lleno de desconocidos. Sólo imaginad la escena: el tirillas del gimnasio, que además es el rarito de pelo largo, riéndose solo a la hora de comer. Y luego me extraña que miren mal.

Breve acercamiento a la música de los gimnasios
Pero esto no acaba aquí. Si os ha chocado tanto como a mí leer que en un gimnasio sintonizan a Nek, esperad. Es sólo el comienzo.
Nada más he llegado tenían puesto rap español. Rap. Español. RAP. Español. Del malo. Que no estoy diciendo que haya rap español bueno, pero este era especialmente insufrible. Y después de eso, electrolatino. Sin palabras.
Pero que tampoco acaba aquí la cosa. Justo antes de irme escucho algo que no creía que existiese: Una versión reggae(ton) de Every Breath You Take.
¿Escépticos? Ahí tenéis.

Sonrisa desdentada
Lo mejor para el final. Resulta que estoy haciendo un tedioso ejercicio de oblicuos cuando veo un carrito naranja. Y dentro del carrito naranja una niña de menos de dos años. Y dentro de la niña de menos de dos años... bueno, no sé, vísceras y eso. Pero centrémonos en la niña. Era con diferencia lo más bonito de por ahí (y mirad que había entrado una tía buena unos minutos atrás). Y me sonreía. Me sonreía. A mí, al rarito, al tirillas, al que da miedo. Me sonreía con una preciosa sonrisa desdentada. Y hacía como que hablaba por un teléfono de plástico. Y me sonreía más.

Sólo eso. Me ha sonreído una niña pequeña. Chinchaos.






Perdidito.

Casi una semana sin ir... manda huevos.
 Claro, aquí lo leéis todo seguido, pero la anterior entrada es del miércoles... y esta del lunes. Mea culpa, el jueves era el Día del Padre y me cogí una buena mierda, como debe ser, y el viernes no me encontraba muy bien.
El sábado ensayé con mi banda (sí, tengo una banda de Metal, nos llamamos Ahkra y el domingo... me quedé hecho un burrito en las sábanas, vale, no tengo excusa.

Así que llega el lunes y Semana nueva, vida nueva. Vamos para allá. Caliento y no veo a mi preparador por ninguna parte (le llamo mi preparador pero en realidad es el que regenta el sitio, y nos echa una manita a los nuevos), así que saco la rutina y me pongo a hacer ejercicios.
O eso pretendo, porque desde el primer momento tengo problemas interpretando las instrucciones.
Y ahí estoy yo, deambulando cual pollo sin cabeza buscando máquinas por el gimnasio ayudándome de unos dibujitos que no se entienden.

PORQUE NO SE ENTIENDEN. QUE SON UN PUÑAO DE LÍNEAS QUE TIENES QUE DEDUCIR.

 ...¿No me creéis? De acuerdo, decidme QUÉ. ES. ESTO.

Sí, ahora parece fácil, pero esperad a estar allí. Todas parecen iguales. De hecho, esa máquina ni siquiera se encontraba en ese gimnasio. Así podría haberme tirado yo años. AÑOS.
En fin, dejemos de exagerar y continuemos.

Con suerte, echo mano de mis (fingidas) habilidades sociales y pregunto a la gente de por ahí.
Sí, parecen bestias que pueden partirte el esternón solo quitándote de una toba una miga de pan del pecho, pero hablas con ellos y siempre te contestan con una sonrisa.
No es tan fiero el lobo como lo pintan. Dedicaré alguna próxima entrada a hablar de la fauna y flora del gimnasio, pero por hoy me despido, que son la una menos diez, y tengo cosas que hacer. Como por ejemplo, ir al gimnasio. Y morirme de agujetas, también.

Queda mucho por hacer

Mientras camino hacia el gimnasio reflexiono acerca de cómo ayer no supe disfrutar de una oportunidad que mucho iba a tratar en repetirse: Ir al gimnasio sin agujetas.
Aún así, traspaso la puerta y me dispongo a realizar la misma rutina del día anterior, ya que no me indican lo contrario.
Prácticamente al acabar la parte de brazos, se acerca a mí el preparador y me imprime una rutina para el resto de la semana, decidiendo que hoy empezaríamos por brazos. Otra vez, pienso yo, pero como a chulo no me gana nadie, hago caso sin rechistar.
El punto álgido llega a la vez que el turno de las repeticiones de pesas con barra larga. Ahí estoy yo, el más tirillas del gimnasio, frente al espejo, con una pesa de 2.5 kg a cada lado de la barra, ofreciendo la imagen más cómica de mis casi 20 años de vida. Esto está chupao me digo, visiblemente motivado por la palpitante vena de mi bíceps derecho.

 ...

 Ni diez repeticiones. Deposito la pesa en el soporte y mi autoestima en el más profundo de los sótanos.Queda mucho por hacer, pienso, sin equivocarme. Estoy literalmente en el nivel más bajo. Desde aquí sólo puedo subir. Y con esto en mente (y no sin antes hacer piernas) me vuelvo para mi casa.


Aquí os dejo la canción que ha servido de inspiración para el título de esta entrada, del grupo Hamlet.


Primer día, primer fail

Soy un chulo.
Y como chulo, me creo que las leyes del universo no se aplican a mí. Así que desoyendo los consejos que aparecían en muchas, por no decir todas, de las webs que utilicé para informarme, me enfilo hacia el gimnasio con el estómago lleno del desayuno.

El principio bien, me enseñan un poco las instalaciones, caliento y voy pasando por diversos aparatos. Hasta que, en el descanso de uno de ellos, me doy cuenta de que algo no va bien en mi interior.

Las Campurrianas y la leche comienzan a escalar por mi esófago mientras yo las mantengo a ralla con una técnica que aprendí los días de borrachera. Hasta que no puedo más, pregunto por el baño y les concedo la libertad que, coño, se habían ganado.
El resto de la mañana transcurre sin ningún percance, pero no puedo quitarme de la cabeza aquello de Primer día, primer fail.


Breve introducción

Me llamo Jose. Mi twitter es @BotasYCuero y soy un tirillas. Esta condición me ha perseguido toda mi vida. Mis colegas me llaman delgaducho, las madres de mis amigos me dicen que por qué no como más (y anda que no como...). Y en realidad es algo que nunca me ha importado.

 Pero hace poco, comencé a tener unos pequeños ingresos mensuales, y me dije ¿Por qué no hacer lo que llevo diciendo toda mi vida que haré cuando tenga dinero? y me apunté a un gimnasio.

En este blog recuperaré el sentido primigenio de los blogs y me lo tomaré como una bitácora en la que os iré resumiendo, las Aventuras y desventuras de un tirillas en un gimnasio