martes, 24 de marzo de 2015

Chinchaos.

Pensé en titular esta entrada Sonrisa desdentada
Por mi cabeza pasó también la opción de Breve acercamiento a la música de los gimnasios
También pensé en titularla Laura
Me planteé de igual manera ponerle de título La lámpara asesina
Qué carajo, incluso pensé en llamarla Día mortalmente aburrido

Día mortalmente aburrido
Os preguntaréis por qué. Veréis, la primera mitad del día ha sido, como en el título que barajé, mortalmente aburrida. Simplemente llegar, calentar y hacer los ejercicios que me tocaban hoy. Aunque no quiero que con esto creais ni por un momento que eran fáciles. Lo bonito ha llegado cuando mi subconsciente ha dicho "Tengo que darte algo para escribir, ¿por qué no te recuerdo un miedo irracional que llevas teniendo toda la vida?"

La lámpara asesina
Os pongo en situación, ahí estoy yo, tumbado en una máquina levantando peso y mirando al techo cuando mis ojos se posan en la lámpara que pende justo sobre mi cabeza. Incapaz de ignorarla, me planteo qué ocurriría si la cadena que la sujeta estuviese oxidada. O qué ocurriría si, por algún casual, el yeso del techo no fuese de buena calidad. Coño, que mi cerebro estaba informándome de lo tremendamente gracioso que sería que se me cayese la jodida lámpara en la cabeza, y además, señalándome que la trayectoria sería la exacta para que la bombilla me acertara en un ojo.
Y yo en la primera serie. Acabé las otras dos acojonao. No quiero volver a ver esa máquina y su horrenda colocación en mi puta vida. Tete.

Laura
Esto sólo lo van a coger los más allegados a mí. Pero qué coño, sois los únicos que me leéis.
Pues veamos, estoy terminando ya el día, con un casco sí y otro no por si alguien me quiere hablar. Y mis oídos detectan una melodía que no escuchaba desde que era un enano e iba en coche con mi familia. Pero lo importante no es la melodía, no. Lo importante es la letra.

Laura no está
Laura se fue
Laura se escapa de mi vida

Si no me conoces, o no conoces la historia de mi vida, esto te estará dando igual. Pero si sí lo haces, ahora mismo te estarás partiendo el orto. Y con razón. De hecho eso es lo que hice yo. En medio de un gimnasio lleno de desconocidos. Sólo imaginad la escena: el tirillas del gimnasio, que además es el rarito de pelo largo, riéndose solo a la hora de comer. Y luego me extraña que miren mal.

Breve acercamiento a la música de los gimnasios
Pero esto no acaba aquí. Si os ha chocado tanto como a mí leer que en un gimnasio sintonizan a Nek, esperad. Es sólo el comienzo.
Nada más he llegado tenían puesto rap español. Rap. Español. RAP. Español. Del malo. Que no estoy diciendo que haya rap español bueno, pero este era especialmente insufrible. Y después de eso, electrolatino. Sin palabras.
Pero que tampoco acaba aquí la cosa. Justo antes de irme escucho algo que no creía que existiese: Una versión reggae(ton) de Every Breath You Take.
¿Escépticos? Ahí tenéis.

Sonrisa desdentada
Lo mejor para el final. Resulta que estoy haciendo un tedioso ejercicio de oblicuos cuando veo un carrito naranja. Y dentro del carrito naranja una niña de menos de dos años. Y dentro de la niña de menos de dos años... bueno, no sé, vísceras y eso. Pero centrémonos en la niña. Era con diferencia lo más bonito de por ahí (y mirad que había entrado una tía buena unos minutos atrás). Y me sonreía. Me sonreía. A mí, al rarito, al tirillas, al que da miedo. Me sonreía con una preciosa sonrisa desdentada. Y hacía como que hablaba por un teléfono de plástico. Y me sonreía más.

Sólo eso. Me ha sonreído una niña pequeña. Chinchaos.






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