miércoles, 9 de diciembre de 2015

Sexting

Aviso para navegantes: Esta es mi opinión. Con ella no pretendo sentar cátedra, ni influir a los demás. Simplemente voy a escribir en mi blog lo que yo pienso sobre un tema que a mí me importa. Ale, disfrutad.

De esto que estoy un día a punto de irme a la cama y me vibra el móvil. Lo miro, y veo que una amiga mía me ha mandado una fotografía en la que se la ve un pezón. Adrede. Contesto con una foto en la que se me ve sin camiseta, y un poquito la punta del ciruelo. Adrede. Somos dos adultos, responsables, que queremos ver el cuerpo del otro en ese momento. Y tocarnos con ello. Y contarnos cómo lo hacemos. Y mostrarnos cómo lo hacemos. 

A priori no hay nada de malo en ello, ¿verdad? Dos adultos disfrutando de su sexualidad utilizando la tecnología de intercambio de datos. Lo que comunmente se conoce con el desafortunado término de: sexting.

El sexting no es solo mandarse fototetas y fotopollas. Consiste en utilizar las nuevas tecnologías para suplir la distancia que separa a dos personas que, si no fuese por ello, estarían comiéndose las bocas desesperadamente. El sexting es la vía de escape para la tensión sexual de las parejas a distancia. Es la sal que te aliña un día de trabajo o de estudio. El sexting le da mil vueltas al porno, porque estimula la imaginación mil veces más que él (sin desmerecer al porno de ningún modo).
El sexting se basa en la confianza entre los dos (o tres, o cuatro...) participantes. Confianza en que tu cuerpo no va a ser juzgado, sino apreciado. Confianza en que el intercambio va a ser recíproco. Confianza en que las fotografías solo las van a ver los ojos que tú quieres que las vean.

Pero no todo el monte es orégano. En esta sociedad emparanoiada por naturaleza en la que vivimos, en la que se nos educa en el miedo (el miedo a ir por sitios transitados si ocurrió un atentado hace poco; el miedo a ese hombre sin piernas que te pide una moneda...), se encontró en el sexting un filón: "¡Pero cómo vas a mandar una foto de tus tetas, si no sabes quién las puede llegar a ver!".

Hay algo que me llama poderosamente la atención: En las charlas sobre redes sociales que involucran el sexting (prácticamente todas, últimamente), este tema se aborda de la siguiente manera "Cuidado con mandar fotos de tu cuerpo, no sea que la persona que las reciba las filtre".
Lo que yo traduzco por: "Cuidado con confiar en alguien, que seguro que te va a traicionar, y más tonto eres tú por confiar en quien es un traidor potencial. Te lo mereces".
Ninguna de ellas se centra en decir: "Si en algún momento te mandan una foto privada, no la filtres, tontopollas, no traiciones la confianza de quien te la ha mandado".

Continuamos con la cultura del victim-blaming, el culpabilizar a la víctima. "¿Te hacen algo malo? Culpa tuya". Ni siquiera se plantea la posibilidad de que la persona pueda ser capaz de no hacer algo malo. Como si el ir a joder fuese intrínseco a su naturaleza. No. La culpa es tuya por ejercer tu derecho a la libertad, y no de la otra persona por realizar actos contra tu persona.

Aquí, más ejemplos de victim-blaming:


  • No lleves el reloj de oro por la calle, que te lo van a quitar.
  • No vayas así vestida, que pareces una guarra y te van a violar.
  • No vayas con la camiseta del Madrid por Barcelona, que te van a pegar.
  • No le lleves la contraria al profesor, a ver si te va a castigar.
Os invito a reflexionar por un momento, haciéndoos esta pregunta: De los (pocos) ejemplos que he puesto, ¿En cuántos os habéis parado y habéis dicho "No, pero joder, eso es sentido común".
El sentido común es esperar lo peor del otro. Entiendo.
Estamos podridos. 

Dejo ya de divagar. 

Gracias por leerme.

Besis de turrón.



PD.: Si alguna tiene a bien en mandarme una fototetas, yo tendré a bien en disfrutarla.


domingo, 27 de septiembre de 2015

¿Vivir o morir?

Vivir.
Vivir cruzando por los pasos de cebra. Tomando leche desnatada. Huyendo del humo del tabaco.
Vivir bien. Vivir yendo a clase, o a trabajar, diez minutos antes de la hora. Mirando los horarios de los trenes. 
Vivir precavido. Vivir llevando una sudadera por si refresca. Tomando Coca Cola Light.
Vivir tranquilo. Vivir buscando el amor verdadero. Haciendo distinciones claras.
Vivir efectivo. Vivir olvidando lo que toca olvidar. Recordando lo que toca recordar.
Vivir realista. Vivir analizando la situación. Buscando lo mejor.
Vivir resignado. Arrepentido. Acojonado.
Vivir práctico. Vivir conociendo tus limitaciones. Sabiendo cuando retirarte.
Vivir perfecto. Vivir imitando la televisión. Siguiendo a la sociedad.
Vivir productivo. Vivir estudiando para trabajar. Trabajando para vivir.
Vivir descafeinado. Y una de sacarina, que estoy a dieta. 
Vivir sano. No me hagas daño, no sea que sienta algo. 
Vivir por vivir.

Morir.
Morir cruzando por donde no es. Morir bebiendo leche condensada a morro.
Morir bien. Morir disfrutando los caminos, aunque insulsos. Saliendo de casa sin planificar.
Morir despreocupado. Morir pasando frío, pasando calor, sintiendo. Bebiendo whisky quemagargantas y acallaproblemas.
Morir nervioso. Morir encontrando el amor en las esquinas. Apreciando las tonalidades.
Morir estropeado. Morir recordando hasta rabiar. Añorando el pasado.
Morir romántico. Morir queriendo, aunque no me quieras. Luchando contra muros.
Morir complicado. Morir teniendo un par de cojones. Fracasando hasta lograr.
Morir jodido. Morir siendo yo, no tú. Siendo yo, no nosotros.
Morir inútil. Morir disfrutando para disfrutar. Disfrutando para no morir.
Morir doble. Cuatro de azúcar en el café, la vida ya es bastante amarga. 
Morir enfermo. Duele, pero siento. 
Morir para vivir.







¿Qué os voy a decir? Si me dais a elegir... Prefiero morir.

martes, 11 de agosto de 2015

Más cosas aún que la gente no conoce sobre mí

Y aquí la continuación de lo de ayer. A lo mejor subo más mañana, a lo mejor no. Depende de lo que me apetezca. 

12. Por si no lo habéis adivinado, me jode muchísimo que la gente piense en mí del modo anteriormente citado. (Ver punto 11 de la anterior entrada).

13. En realidad, no le tengo pánico a las relaciones. Le tengo pánico a hacer daño a las personas que me importan, porque me conozco y soy un puto cafre, así que no me meto en relaciones. Sé que así también hago daño, pero generalmente y al menos hasta el momento, el daño ha sido menor.

14. Amigos, que considere amigos de verdad, a los que contarles todo lo que me ocurre, tengo muy muy pocos. Compañeros de borrachera, gente con la que compartir gustos, o incluso gente que me caiga genial y con la que me lo pase de puta madre, tengo mil.

15. Lo más importante de toda mi vida, es mi hermana. Esta parece obvia, pero sentía correcto introducirla.

16. Relacionado con eso: mi hermana y yo compartimos madre, pero no padre.

17. No me considero, y espero no volver a considerarme nunca heavy. Correcto, llevo el pelo largo, y pelo en la barbilla, y camisetas de grupos, y tatuajes, y pantalones pegados, y canto en un grupo de metal. El problema es que los que se autodenominan jebis, me parecen personas tan cerradas de mente, tan centradas en el postureo, la pose y el macarreo, que he llegado a generar rechazo.

18. Soy de enamoramiento fácil y olvidamiento difícil. (Sé qué no se escribe así, pero este es mi blog y me lo follo cuando quiero)

19. Sigo considerándome un niño. Y espero no dejar de considerármelo nunca.

20. Soy perfectamente consciente de que ganaría mucho en atractivo si me cortase el pelo y me recortase la perilla, pero no pienso hacerlo hasta que no sea estrictamente necesario. Y esto va relacionado con el punto siguiente:

21. Odio las despedidas. Intento estirar todo lo máximo posible, hasta que ya no haya más donde rascar. 

22. Veo gameplays en YouTube. Y no me avergüenzo. De hecho creo que me gustan porque de pequeño veía al tío de mi hermana jugar a la consola y comentarlo, y me partía el ojete.


Y ya está. Si me da por seguir escribiendo, lo sabréis.

Besis de macedonia.

lunes, 10 de agosto de 2015

11 cosas que la gente normalmete no conoce sobre mí

Bueno, voy a darle un poquito de descanso a las entradas sobre el campamento y voy a hablar sobre mí. Siempre me ha llamado la atención eso de los facts que hace la gente por Twitter, pero también me ha dado una pereza horrible el tener que ajustarme a 140 caracteres, y como aquí soy libre, pues ahí van.

Estas van a ser cosas mínimamente curiosas, que el grueso de la gente que me conoce (el único público objetivo que tiene este blog) puede que no sepa. No obstante, habrá algunas que sí, pero intentaré limitarme a cosas que tengan cierta gracia.

1. Aunque mi grupo favorito es System Of A Down, y mi cantante favorito es Serj Tankian, mi canción favorita es Ima Made Nando Mo, de un grupo de rock japonés llamado The Mass Missile. Podéis (y debéis) escucharla aquí.

2. El tatuaje que llevo en el brazo es el símbolo del grupo de metal Judas Priest. Hasta ahí todo correcto. Pero no llevo tatuado este símbolo por el grupo, aunque me gusten bastante, sino por la influencia que tuvieron en el Metal. 

3. Quiero hacerme un tatuaje por cada etapa de mi vida. El que llevo representa la actual, en la que me centré en la música en general, y en el rock/metal en particular; pero aún quiero hacerme uno por mi infancia (algo relacionado con Dragon Ball) y uno por mi preadolescencia (probablemente el símbolo que llevo colgado al cuello).

4. Tengo una batería electrónica, un teclado electrónico, una guitarra eléctrica, una ocarina, un cajón flamenco (con un Cristo a cada lado por razones que sigo sin comprender), un kazoo y una flauta dulce. De ahí, sé tocar la batería, me defiendo un poquito en el teclado, la ocarina, la flauta dulce y el cajón, y estoy aprendiendo a tocar la guitarra. Pese a todo ello, no me considero (ni creo que nunca me consideraré) músico.

5.  Hubo una etapa de mi vida en la que me autolesionaba. Concretamente me abría heridas en el dorso de la mano derecha, de hecho si os fijáis, sigue quedando una pequeña cicatriz. No me cuesta ni hablar de ello públicamente ni reconocerlo porque considero que ya lo he superado.

6. Soy un firme defensor del hecho de que se puede amar a más de una persona a la vez. De hecho, desde un punto de vista biológico, me parece ridículo que una especie limite su capacidad reproductora a una sola pareja. Lo que dicte la sociedad es otro asunto, pero poder amar a más de una persona al mismo tiempo se puede. Y el que diga que no, es porque no lo ha vivido.

7. Me tomo a broma mi físico (mirad el título del blog: Desventuras de un tirillas), pero la verdad es que me gustaría, y estoy trabajando para, cambiarlo. Esto se debe, aunque me cueste reconocerlo, a la presión social. Parece que por ser delgado lo tienes todo fácil, pero no, y el acoso que sufrimos a veces se equipara al de los gordos. Y sí, digo gordos, porque es lo que son, por más estigmatizada que esté la palabra. Ellos son gordos y yo soy un tirillas. No entiendo por qué una palabra está aceptada por la sociedad y la otra no, si hacen el mismo daño.

8. Me considero una persona fea. Soy feo. Mucha gente me lo ha dicho, y mucha gente me ha dicho lo contrario, pero me quedo con la primera opción. Soy feo y estoy orgulloso de serlo. De hecho, si me diesen a elegir otra vida, volvería a ser feo. 

9. Como ya habréis observado, porque sois muy listos, tengo la autoestima baja. Pero a la vez tengo un complejo de superioridad muy chungo. Considero que hay muchas personas inferiores a mí mentalmente. Y lo que es peor, las trato así. No puedo evitarlo, y me jode mucho, porque no me gusta ser así. Y esto va en relación con el siguiente punto:

10. Si hablando conmigo, por WhatsApp, teléfono o en persona, acostumbras a decir cosas como dijistes, salistes u otras sandeces del estilo, o si por chat escribes sin atención a las faltas de ortografía, voluntaria o involuntariamente, voy a tratarte como si fueses inferior a mí. Esto es algo de lo que me he dado cuenta recientemente, y la verdad es que no me gusta para nada ser así, pero no lo puedo evitar. Estoy trabajando en ello.

11. Me cuesta muchísimo ver a una persona como una posible compañera sexual. Es difícil de explicar, a ver si lo consigo: Cuando una persona me atrae, lo único en lo que puedo pensar es en besarla. Y eso me dura hasta que lo consigo, incluso un poco más. Después, sí que me empiezo a plantear en cómo sería tener sexo con ella, pero hasta ese momento, no me atrae de ese modo. Esto es contrario a lo que la gente suele pensar de mí: que soy el típico personaje de comedia americana sexualmente excéntrico, que solo piensa en follarse a todo lo que se mueve y además de maneras extrañas. 

La entrada me está quedando un poquito larga, así que os dejo con estas 11, que son más o menos la mitad de las que llevo, y mañana publico las demás, así que estaos atentos sobre esta hora.

Besis de manzana. 






martes, 4 de agosto de 2015

Campamento Urbano '15. Parte II, "Una mañana normal"

Lo que voy a hacer en esta entrada es explicaros un poquito cómo era una mañana normal (desde mi perspectiva, claro) en el campamento. Comencemos pues.

Un sonido estridente me despierta. La alarma. La puta alarma. La noche anterior me costó conciliar el sueño, y son las nueve. Corro a ducharme, para no llegar tarde. Cuando termino, meto las cosas en la mochila y salgo de casa, justo a tiempo para llevarme una ostia de sol considerable. Y es que el calor que hizo esas dos semanas no fue normal.

Cuando llego al colegio, media hora antes de que abran las puertas para los niños, ¿qué me encuentro? efectivamente, niños. Yo no sé por qué decimos que vengan a las diez, si vienen antes. Y tampoco sé qué coño hacen que les dejan pasar. Luego que si les quitamos la ilusión, pero es que nos ven hasta disfrazarnos. Da igual, sigamos:

Intento vestirme de Javier (el niño de siete años protagonista del teatrito) mientras cierro la escena de ese día con mi compi de ese día (que se encuentra pintándose la cara de estrella), y mientras trato de escuchar por qué canción van en el círculo. Porque mientras yo hago todo eso, el resto se encuentra en un círculo con los niños cantando canciones de campamento. Y sí, lo habéis adivinado, mola mil. A continuación de eso llega la parte más difícil: taparme la perilla. Seguro que a estas alturas os estáis preguntando cómo lo conseguí. Y cómo se puede disfrazar una persona de estrella sin que quede rarísimo. Tenéis suerte, existen fotos.



Aquí tenéis, Javier y la Estrella de la Sabiduría. Dábamos un poquito la pena, pero los niños se divertían. Observad la cara de paz y meditación de aquí mi colega Jorge. Y observad también la cutrada que hice para taparme la perilla. Los niños el primer día se preocuparon, no entendían por qué Javier tenía una brecha en la barbilla.

En cuanto acaban los diez minutos (que nunca son diez) de escenita para los chavales, empiezan los talleres. Y me encuentro con la necesidad de estar en dos sitios a la vez, así que debo vestirme de persona otra vez y correr hacia la clase, en la que antes del taller de Ritmo, viene una asamblea con los niños en la que se discute el tema principal del teatrito, y se hacen compromisos para ser una persona mejor, que tengan que ver con ese mismo tema principal.

Si pensabais que esa parte es fácil... pensadlo otra vez. A mi grupo nos toca el grupo de chavales de 12 a 15 años, esto es, preadolescentes y adolescentes hormonados hasta las trancas que tienen que ser los más guays del patio, o de allá donde se encuentren. Que si uno no se quiere quitar los cascos, que si otro no quiere participar porque le da pereza, que si a otro le da vergüenza abrirse al grupo, que si otro no se entera, que si dos se ponen a hablar de sus movidas en un tono alto... Y claro, combinas eso con la poca paciencia que tengo yo, y vamos apañaos. Aun así, es un momento del día muy bonito.

Gracias a mis compañeros monitores conseguimos pasar la asamblea y empezar con el taller. Me dan la palabra, organizo a los chavales en la clase, como hacemos todos los días, y les doy instrumentos de percusión. Instrumentos de percusión tan dispares como unas claves, un montón de shakers, mis propias baquetas para que las entrechoquen o unos cubos de basura dados la vuelta. Al acabar el campamento, el colegio tuvo un déficit de cubos de basura importante.

Una vez están los chavales colocados, les enseño una batucada que uno de mis grupos favoritos hizo en un concierto en Alemania (y colgó el vídeo en Youtube, que si no estás que me acuerdo). La verdad es que los chavales son unos putos máquinas. En futuras entradas subiré el vídeo de cómo quedó, para que flipéis un poquito.

A continuación, les toca a mis compañeros hacer sus movidas, más musicales que dar golpes a cosas. Movidas como enseñar canciones en africano a los chavales, que aprenden más rápido que yo, o montar un canon con niños de cualquier edad (y no sólo eso, sino conseguir que quede bien). La verdad es que como futuro profesor de música de primaria, me sirvió para tener una primera toma de contacto con esto de llevar una clase de música y no desesperar en el intento.

Pasado el grupo de los mayores, nos toca recibir a los más pequeñitos (6-8 años), y después, a los medianos (9-12). No hay mucho que más que contar de eso, hacemos casi las mismas cosas con todos, que con el poco tiempo de preparación que tenemos generalmente, bastante es conseguir llenar una hora.

Al fin llega la una de la tarde, y es hora de despedir a los chavales. Les acompañamos a la puerta, procuramos que no se metan en ninguna furgoneta con el letrero "Regalo caramelos" pintado con spray, y nos recogemos para dentro. Y recogemos los talleres, otra de las partes aburridas del día. Y yo me quejo, que lo mío solo es mover sillas, pero alguna vez he ido a ayudar a los de manualidades y no entiendo cómo no terminaron suicidándose. Acabamos de recoger, hablamos de cómo se ha dado el día, preparamos las canciones del día siguiente, y a comer.





Continuará.







sábado, 25 de julio de 2015

Campamento Urbano '15. Parte I, "Los comienzo"

La verdad, no sé por dónde empezar. Así que empezaré por el principio:

Una mañana estaba en una reunión de antiguos alumnos, haciendo lo que se hace normalmente en nuestras reuniones de antiguos alumnos: jugar a volleyball. Y vi a dos amigos, Jorge y Alberto, hablar con una mujer que ni puta idea de quién era. Me dijeron que era la coordinadora del Campamento Urbano, mi cosa favorita de los veranos hasta 2011, y que no me acuerdo por qué dejé. Para los que no lo sepáis, es un campamento urbano grande, para gente de 15 a 18 años (y 20 y 22...  joder, qué viejo me siento), en el que el hilo conductor y el objetivo más importante es preparar un minicampamento (mal llamado Campo de Trabajo, llevo luchando para cambiar ese nombre muchísimos años) para niños, en el que se diviertan, y adquieran valores para su vida diaria. Es la ostia. 

Ciertamente, me picó el gusanillo. Los últimos años, cuando ya me tocaba cuidar de enanos, y no ser yo el propio enano, habían sido la ostia [Sí, ostia, sin hache. Porque me sale de la polla], y además estar con la gente de Villaverde, esa a la que veo mucho menos de lo que debiera, me molaba mucho. Aparte de que, joder, la última vez pillé cacho, y eso influye, para qué voy a mentir. Cuando me quise dar cuenta, estaba apuntado. A todo. Alberto y yo decidimos que queríamos vivir la experiencia completa: comer y cenar allí, hacer las dinámicas con el resto de monitres... no limitarnos solo a ayudar con el Campo de Trabajo, sino aprovechar al máximo la oportunidad. Y no solo eso, sino que además, había accedido a ser el prota de la cosa que más me gustaba de este campamento: 

Imaginaos a todos los niños, en corro, después de cantar las típicas canciones de campamento, sentados esperando la llegada de un personaje extraño que ven todos los días. Los pequeños, superilusionados, los mayores tratando de descubrir quién está detrás del disfraz... y los medianos esforzándose por cumplir los valores de los que hace gala. Es lo más bonito del mundo.

A decir verdad, es solo un teatrito, de diez o quince minutos que se hace todas las mañanas para todos los niños y monitores y que es a su vez, el hilo conductor del Campo de Trabajo. Las cosas tratadas ahí son los valores del día (cariño, sabiduría, ilusión....) y se trabajan un poco antes de los talleres. Pero desde el primer año que lo hicieron, mi yo de enano soñaba con ser el prota. Se me había cumplido un sueño.

El lunes 13 empezamos con los niños, pero un par de días antes, Alberto y yo fuimos a comer con los monitores, y empezar nuestro campamento. 

Si os digo la verdad, me resulta muy curioso pensar en ese momento. No podía evitarlo, y mi cerebro no dejaba de intentar averiguar con quien me iba a llevar mejor o peor, con quien podía tener más o menos cosas en común, quién iba a juzgarme por mi peculiar físico... Y mi cerebro (que no yo, ojo, que yo no me equivoco nunca) se equivocó por completo.

Todo comenzó a ser extraño cuando empezaron a decir las edades. El campamento se ofrece a personas de fuera de Madrid, de los colegios Vedruna, que están a punto de pasar a 1º o 2º de Bachiller, justo la edad con la que dejé de ir a este campamento. ¿Qué ocurre? Que yo he crecido, pero la edad a la que se ofrece no ha cambiado. Y de repente me encontré con gente que había nacido incluso en el 99. En el puto mil novecientos noventa y nueve. Haceos una idea, Kurt Cobain estaba remuerto, a las pesetas les quedaban dos telediarios. No me creía que personas nacidas en ese año no fueran niños. Y mucho menos que fuesen capaces de mantener una conversación sobre algo que no fuera el sabor del zumo que quieren con la merienda (el de melocotón y uva es el mejor y lo sabéis).

Otra vez que fallo estrepitosamente al prejuzgar. Al llegar la noche de ese primer día me doy cuenta de que estoy con personas que molan bastante, y que no es que ellos sean jóvenes... es que soy yo, que me estoy haciendo viejo. El sábado pasó y el domingo me hicieron ir a misa. A mí, a la persona más atea de la faz de la tierra. Pero me lo pasé bien, me dieron un djembé. Soy como un crío, me das algo con lo que jugar (o hacer música) y me estoy calladito y en mi sitio en cualquier parte.

Ni nos dimos cuenta, y estábamos en la noche previa al primer día. Nervios. Miedo a que las cosas salgan bien. Y yo, como tenía que ser el prota del teatrito, al llegar a casa (a las doce de la noche pasadas), tuve que prepararme el disfraz. Tenía que hacerme pasar por niño de 7 años. Esto es: taparme la perilla (al principio complicado, después fácil. Y no, afeitarse no era una opción), elegir ropa de crío, esconderme el pelo... y depilarme las piernas. Ahí estuvo lo complicado. ¿Habéis intentado hacer una cosa de un modo que os parece el mejor, y aunque claramente no lo sea, habéis seguido erre que erre por pura cabezonería? Pues eso resume bastante bien esa noche. Hasta las dos de la mañana. Y tenía que levantarme a las ocho.

Terminado todo me fui a la cama, con un montón de cosas que pensar: las reacciones de los niños cuando me viesen disfrazado, la aceptación que tendría mi taller (de Ritmo, pero de eso hablaré en la siguiente entrada), y cómo mutarían las relaciones entre los monitores. Porque esa es la cosa más interesante de los campamentos: juntar a un montón de adolescentes hormonados en el mismo sitio, con restricciones y siempre algo que hacer, a ver cómo se desesperan y qué hacen. Y no malinterpretéis el uso de la tercera persona en el anterior enunciado, yo soy más adolescente hormonado que cualquiera.

Acabo esta entrada prometiendo que, por suerte o por desgracia para vosotros, habrá más. Porque me apetece y porque este es mi blog y me lo follo cuando quiero. Ah, y os animo a construir una frase con la primera letra de cada párrafo. ¿Ya lo habéis hecho? Reíos a gusto. 

Besis de melocotón y uva.



domingo, 24 de mayo de 2015

Cosas que odio

Que pase el tiempo

Tíos, yo era feliz. Era feliz llevándome el tamagotchi a clase, e inventándome truquitos para que no se notase cuándo le cambiaba las cacas. Era feliz cuando le quería decir algo a mi compañero de la otra esquina y hacía rular un papel mal doblado con un "eh, mira, a la profe se le nota un pezón". Cuando me dejaba el libro en clase y eso significaba llamar a alguno de mis amigos para que me dictara las preguntas durante cinco minutos y hablar de nuestras mierdas otros veinte.

Era feliz cuando para reirme en una conversación por escrito con alguien (como las notitas de clase), tenía que escribir "jajaja", no la mierda esa de xD.

Pero no. El tiempo tiene que pasar. Y ahora no me busco las mañas para distraerme en clase cuidando de un bichito pixelado, sino que saco el ordenador y me pongo a jugar a Pokémon en alta definición. 
Ya no le mando notitas a mi compañero de clase, sino que saco el ordenador y me meto en WhatsApp Web para decirle lo que sea, adjuntar una foto y doscientos mil emojis. 
Ahora me dejo el libro en clase y... Ah, no, espera, que lo que usamos son manuales en pdf, que guardo en el ordenador y puedo encontrar fácilmente por internet. 
Y el xD... Sigo sin explicarme por qué utilizamos la representación de la cara de un hombre tuerto con un ojo cerrado y la boca abierta para reírnos.

Los textos a ordenador no justificados

A ver, tenemos acceso a procesadores de texto con los que Gutenberg se masturbaría, podemos hacer que lo que escribamos sea bonito, proporcional, correcto tanto ortográfica como gramaticalmente, variado, y aun así, aunque haya un botón que al pulsarlo haga que las líneas automáticamente se compensen unas a otras, no lo pulsamos. Porque "no se nota", decimos. Pero decidme vosotros a mí, ¿no es mucho más bonito el párrafo anterior, justificado, que este sin justificar?

La expresión "Esto es como todo"

Esta me toca especialmente los cojones. ¿Qué es ese todo? ¿Se refiere al conjunto de la absoluta totalidad de conceptos del universo? Entonces claro que es como todo. 
Pero es peligroso. Porque si dices que todo es como todo, estás comparando y diciendo que son la misma cosa una silla y una hamburguesa. O una prospección petrolífera y una prospección anal. Y créeme que no quieres que te metan una de esas cosas para encontrar petróleo por tu asterisco.

Pero no me molesta solo por eso, no. El subtexto de esta expresión es "mira, me has contado tu movida, y entiendo que estés jodido por x, pero honestamente no se me ocurre nada que decirte o (en el mejor de los casos), me la come de canto lo que te pueda estar pasando. Así que te digo que eso es como todo, y cambiamos de tema a uno que me interese más a mí". 
Y también están sus variaciones: Es lo que hay o mi favorita: tú no te rayes, tío, tu pasa.

Parecer borde en los chats.

Esto se merecería una entrada entera. Pero soy un puto vago. De hecho, si algo debéis saber de mí son tres cosas: soy un puto vago, soy un puto chulo y soy un puto amo borde. Lo que me lleva al tema principal de este apartado, Si es que está tó pensao.

Amo el idioma escrito. Me encanta escribir bien. Vale, que sí, que las dos últimas palabras del párrafo anterior son dos vulgarismos como dos chalets adosados de grandes, pero no tiene nada que ver una cosa con la otra. A lo que voy es a que me gusta poner tildes, comas, comillas, usar la cursiva cuando es posible, y , me gustan los puntos finales.

"Ok, Jose, pues vale, ¿y?", diréis. Pues el problema viene a la hora de poner un punto y final en un chat. Instantaneamente parece que lo estoy diciendo a malas. Aunque la conversación vaya del estilo de:

"-T gusta kmo me keda el vestido??? :P

-Sí, estás muy guapa.

-Joder pedazo d borde xd si n te gusta ps me lo dices"

Y claro, mi cara oscila entre "Pero qué gilipollez de conversación" a "Pero qué gilipollez de persona"
Parece que hay que escribr cmo un rtrasado xdxdxdxd xra q la gnt n se sienta ofendida xd.

Vosotros

Todos, todos vosotros. No sois más que piezas en un engranaje que no sabéis de la vida. Los que andáis por ahí con la cara larga no habéis sufrido lo que he sufrido yo, no tenéis derecho a quejaros. 
Los que vais por la vida sonriendo sois unos mierdas a los que se lo han dado todo hecho y no tenéis que trabajar tanto para sacar una sonrisa como lo hago yo.

No tenéis ni puta idea de lo mal que lo he pasado, para que vengáis encima a contarme vuestros problemas de mierda, cuando a mí me cuesta sonreír incluso si me cuentan un chiste. Pero aun así, aun así os escucho, porque si no no me escucháis a mí. 

Intento que os deis cuenta de que estoy jodido, ¿vale?. Me quedo pensativo, con cara afligida en clase, mirando al infinito, pero no me preguntáis nada. Niego los planes diciendo que prefiero quedarme en casa, para autocompadecerme, a ver si así despertáis, pero no. Estáis encerrados en vuestra burbuja de "soy la persona más importante del mundo, y los demás son secundarios para mí, meras piezas en un engranaje". Sois mierda. Y os odio. Pero os pongo buena cara para que no me veáis como un borde.

La gente así ↑







(El apartado anterior ha sido mitad crítica medio irónica a ese tipo de gente, mitad crítica hacia mí mismo, porque hay veces, muchas veces, que no salgo de mi ombligo, y llego a ser así de gilipollas)




sábado, 23 de mayo de 2015

No es el mejor dia

La verdad es que hoy no es el mejor día para ponerme a escribir esto. Tampoco es el mejor día para ponerme a discutir detalles de mi futuro inmediato. Ni para acabar la única temporada de una serie. Hoy no es el mejor día para pasarme la tarde en casa solo aunque haya gente. Hoy no es el mejor día para respirar.

Últimamente nunca es el mejor día para nada. Ni siquiera para sonreír. Y no es que me falten motivos, es que no los considero suficientes. Siempre he sido así, demasiado exigente. De hecho, estoy escribiendo esto y me está pareciendo una puta mierda. Y no me gusta hablar de mis mierdas por aquí, pero como tampoco me lee nadie, pues yo me desahogo. Y a ver si hay suerte y los pocos que me leéis, aprendéis a ser felices con lo poco que tenéis y me enseñáis cómo se hace.

Llevaba sin actualizar esto más de un mes. Y han pasado mazo cosas en este mes. He comido un montón de veces, y cenado unas pocas menos. He bebido mucha cerveza, en buena compañía y en no tan buena. He escrito un poquito sabiendo de qué hablo y un huevazo sin tener ni puta idea. He compuesto las canciones más bonitas del mundo cinco minutos antes de entregarme a la redención amnésica del sueño, causando no recordarlas a la mañana siguiente. He sido social, he sido asocial. He cumplido mis necesidades biológicas un mes más, así que sigo vivo. He aprendido, un poquito más, a vivir.


He aprendido un poquito más a vivir. Pero esto es como todo (odio esa expresión), cuanto más sabes, más difícil se te hace, porque tienes que (y quieres) estar atento a más cosas. Me recuerda a cuando empecé a tocar la batería: me conformaba con mantener el ritmo con las dos manos y que no se me cayesen los palos de tocar. Y esta mañana he estado ensayando, y si en una estrofa no me salía de la "norma", metiendo notas fantasma o golpeando un tom porque sí, me sentía un batería de mierda. 
He aprendido un poquito más a vivir, y me he dado cuenta de lo difícil que es. Que, como dije hace más de un mes, las pequeñas decisiones llevan a acciones medianas, que conducen a consecuencias inmensas. 

Como dice la canción que estoy escuchando ahora mismo, seguiré corriendo. Porque no me queda otra. El tiempo avanza inexorablemente. Habrá que seguirle el paso.

lunes, 20 de abril de 2015

Los puntos se conectan hacia atrás

Hoy he tenido que hablar delante de toda mi clase sobre el tema que yo eligiera. Y como me he currado tanto el discurso, pues he pensado que sería genial dejarlo por aquí y que vosotros me dijeseis qué os parece.

La experiencia ha sido genial. Pese a los nervios (o, qué carajo, gracias a los nervios). He sentido que he conectado con la clase, que de verdad el tema les interesaba, y ha sido genial. Y la idea de meter música de fondo, concretamente la BSO de las 5ª y 6ª temporadas de Doctor Who, ha sido la polla.

No os entretengo más, ahí va:



Muy buenas tardes a todos.

A los que ya me conocéis la siguiente frase os va a resultar un poco inútil, pero para los que no, va a ser ciertamente reveladora, así que ahí va: 
Me llamo Jose. 

Entré el año pasado en esta universidad. Y este curso en vuestra clase, y antes de nada me gustaría daros las gracias, porque desde la ESO no me sentía tan arropado en una clase como me siento ahora así que este aplauso es para vosotros. 

Muchos ya me conocéis, pero para los que no, bueno, solo decir que mi cantante favorito es Abraham Mateo, mi saga de películas favoritas, las de Crepúsculo, aunque si convierten en saga las de 50 Sombras de Grey… me parece que va a estar ahí… a la zaga
Mi programa de televisión favorito es Mujeres y Hombres y Viceversa, pero últimamente no lo puedo seguir mucho, que hay que entrar pronto a la uni, y disfruto a horrores con la prosa de Kika Superbruja. 
El octavo es mi favorito, eleva la tensión a niveles insospechados. No sabes si va a conseguir salvar el mundo y llegar a casa para acabar los deberes a tiempo para la clase de naturales… Aunque creo que mejor no os lo destripo.

Soy monárquico, católico, voté y votaré al PP cada vez que se presente a las elecciones, si tengo que elegir mi cita favorita… sería una cena en un buen restaurante. Y si os habéis creído todo esto… quiere decir que miento mejor de lo que creía.  

Después de esta presentación más bien cómica, vamos a lo nuestro. Al principio pensé en aprovechar esta oportunidad que se me brindaba para hablar un poco de mí, hacer que me conocieseis más, quizá contaros alguna historia de mi vida… 
Pero luego pensé que no todos los días se me presenta la oportunidad de hablar delante de un grupo de gente. Y que para una vez que puedo hacerlo, mejor hablar de un tema que pueda llegar a interesar. 
Así que, si esperabais conocerme más después de esta presentación, o tenéis curiosidad sobre mí, podéis acercaros y decirme “hola”, que no muerdo. Pero hoy, quiero hablaros de otra cosa. 

“Los puntos se conectan hacia atrás”. Esta frase la pronunció Steve Jobs en uno de sus discursos de Silicon Valley y aunque pueda parecer un poco críptica al principio, su explicación es bastante sencilla. Simplemente, quiere decir que no podemos conocer las consecuencias de nuestros actos, o de nuestras decisiones, hasta mucho después de haberlas tomado

Cuando escuché esa frase por primera vez, hace ya más de un año, me puse a hacer introspectiva.

Pensé en la situación en la que me encontraba en ese momento y cómo había llegado hasta allí. Las decisiones que había tenido que tomar, las cosas a las que tuve que renunciar, los malos momentos, los buenos, incluso las acciones más nimias. 
Todas ellas contribuyeron a que yo, en ese momento fuera feliz. A que me despertara cada día con una sonrisa. A que ganara confianza en mí mismo. A que me apeteciese vivir. 

Y bueno, aquí no hay nadie que me conozca hasta ese punto, pero puedo deciros que todo eso fue un verdadero logro. 

Escuché hace mucho otra frase, no me acuerdo dónde, ni quién la dijo...
Bueno, de hecho sí me acuerdo de quién la dijo. La dije yo. Toda esta situación me ocurrió a mí, pero a la hora escribir este discurso, me ha parecido demasiado buena como para atribuirme el mérito a mí mismo. 
Debí de escucharla en la televisión, o de leerla en internet o en algún libro. No puede ser que sea fruto de mi mente exclusivamente. Se trataba de una pareja, que estaba empezando a salir, y tenían esa pasión, ese amor primigenio…. Bueno, todos sabemos a lo que me refiero. Y se encontraban tumbados en la cama. 
Y sabemos todos igualmente que las parejas que están empezando se tiran todo el día en la cama, pero no penséis mal, estaban a punto de dormir. 

Y uno de los dos tenía a la persona que quería en frente, cogiéndola de la mano, mirándola a los ojos… y decía algo así como: “Agradezco todas y cada una de las decisiones que he tomado, cada lágrima que he llorado, cada vez que he reído, porque todas esas pequeñas cosas me han llevado a estar ahora aquí, contigo. Y eso no lo cambiaría por nada” 


La reacción más lógica al escuchar todo esto que os he dicho es decir: “Vaya, pues a partir de ahora voy a procurar que cada uno de mis pequeños actos me lleve a esa felicidad tan alucinante”. 

Pero no es tan fácil. 

Recordemos lo que decía Steve Jobs acerca de que los puntos se conectan hacia atrás. 
No puedes saber si haber salido a la calle sin paraguas ese día va a conseguir que una chica preciosa se compadezca del pobre chaval empapado que anda corriendo de balcón en balcón y se ofrezca a compartir el suyo. 
Ni puedes decir con absoluta certeza “Voy a coger la mención en inglés, voy a terminar la carrera, me voy a ir a trabajar a Londres, me voy a enamorar de una londinense bajita y con pecas y vamos a ser felices allí”.
Porque no. Porque no funciona así. 

Eso sería conectar los puntos hacia delante

Sería intentar buscar la lógica en lo ilógico del universo. 

Sería imposible. 

Hay cosas que, simplemente, no se pueden prever. 


Así que equivoquémonos, tropecemos, caigamos, levantémonos otra vez para pisar una piel de plátano y volver al suelo. Rompámonos la cabeza, los brazos o el corazón. 
Digamos te quiero aunque no estemos seguros de si es correspondido. Vivamos. 

Porque eventualmente, llegará el momento en el que seremos felices. 
Y en ese mismo momento agradeceremos todas y cada una de las cosas que nos han llevado a ello. 
Y estaremos dispuestos a tropezar otra vez. 


Muchas gracias.

martes, 14 de abril de 2015

Fauna y flora del culto al cuerpo. Parte I

Seguro que lo estabais esperando.
Hoy os voy a hablar de la clase de gente que me encuentro en el G y M. [¿Ge y eme? ¿Qué es ge y eme? Aaaah. Gimlaaasiaa]*

El primer punto a tener en cuenta es que, en efecto, no. No hay ningún tirillas más.
El tío al que más me parezco me saca dos cabezas y otros tantos brazos.
En segundo lugar, no sé dónde se esconden, o si son o no un mito, pero esos gordetes graciosos que se apuntan al gimnasio a bajar las lorcitas no existen. Creía que la simple visión de uno de ellos me animaría, ya que dada mi condición de tirillas, seríamos como la misma cosa pero al revés. Pero no. 

La fauna del gimnasio se divide, así a grosso modo y según el criterio de mis cojones al viento, en dos categorías: Machokes y Hitmonchans. Por si no estáis familiarizados con estos términos, esto es un Machoke;


...y esto, un Hitmonchan:

Machokes: Son esos tíos que... Bueno, creo que la foto de Machoke les hace bastante justicia. Imaginaos eso pero color carne. Nunca, pero nunca les veo en la zona de piernas, siempre están esculpiendo sus torsos o levantando hierros inmensos mientras hacen poses delante de los espejos (tristemente, esto no es broma).
Aunque parezcan unos monstruos desalmados, la verdad es que son los más majetes. No dejan de lanzarse pullitas entre sí, y si no sabes hacer un ejercicio bien (lo que ocurre continuamente porque las máquinas no es que sean lo más intuitivo del mundo), te ayudan con una sonrisa.

Hitmonchans: Por otro lado, estos parecen chavales normales, en sus veinte... Hasta que se levantan la camiseta, o les ves hacer ejercicio. Les llamo Hitmonchans porque lo más probable es que sean boxeadores amateur o profesionales, ya que Parla posee una gran cantera para este deporte.
Estos son menos majetes. A alguno sí que he cazado mirándome mal.
... Lo que no entiendo es por qué. Seguro que es por mi perilla.

Esto en cuanto a la fauna. Ahora vayamos con la flora. Es decir: lah muhereh.

Esto es sencillo: Están las mujeres, que de caracterizan por no abandonar las primeras dos filas de máquinas (las correspondientes a cardiovasculares) que, imagino, van para perder peso, o lo que sea. Y luego está la tía buena. Sí, sí, en singular. Le dedicaré una entrada aparte seguramente, así que sólo diré que entró un par de días después que yo y ya alcanzado a hacer la rutina que yo hago.
Lo cual me deja en la categoría de tirillas al que puede una mujer. Y bien orgulloso que estoy, hombre.

Y nada más. Probablemente haga una segunda parte de esta entrada, según vaya conociendo más y más gente y las clasifique metalmente en más y más grupos simplemente para autoconvencerme más y más que aunque ellos levanten unos hierros de la ostia... yo soy más gracioso.

Larga picha y prosperidad



 *Esto de aquí. Haced clic donde pone "aquí". No, no me miréis con esa cara de "Jose, sé cómo funciona un hipervínculo" porque alguna vez ya lo he tenido que explicar.

lunes, 6 de abril de 2015

Los músculos pequeños te hacen sentir inútil.

Bueno, a ver, pa empezá... Como veis llevo mazo tiempo sin subir nada. Eso es simplemente porque voy a esperar a escribir entradas a cuando realmente tenga algo que decir. Así yo me ahorro el comerme la cabeza y escribir forzado, y vosotros os ahorráis el leer una entrada de mierda. Con esto aclarado, vamos al tema.

Con músculos pequeños me refiero a tales como el triceps, el pectoral (al menos en mi caso, que soy un tirillas) o los antebrazos. Justo los que me han tocado hoy en la nueva rutina. Y me cago en la ostia puta. 
De pectorales bien, que ya estaba acostumbrado, pero los tríceps... Eso es harina de otro costal. ¿Recordáis como en la segunda o tercera entrada os hablaba de lo ridículo que me sentía cuando me tocaba levantar la barra larga de pesas con los pesos más pequeñitos que había disponibles y aún así me costaba? Hoy he hecho tres ejercicios con la barra larga desnuda. Solo levantando y bajando la barrita, que debía pesar dos kg como mucho. 
He alcanzado un nuevo nivel de patetismo. Y me he propuesto mi primera meta: dejar de dar la pena en el gimnasio. 

Hay un momento muy curioso que quiero compartir con vosotros. Y es que cuando hablamos de músculos pequeños pasa algo bastante interesante. No es como si ahora os digo "levantad esta mancuerna de 30 kg", que probablemente, aunque os costara, podríais hacer un par de repeticiones con ella, apretando el culo hasta que los músculos se os quedasen flojos. Con los músculos pequeños ocurre que, como los pesos no pueden ser muy grandes, no notas que tengas que hacer mucho esfuerzo. Y comienzas las repeticiones. Y llega un momento en el que el músculo dice "Nop, ya no me muevo", y no es como con los músculos grandes que puedes, como he dicho antes, apretar el ojete y hacer una más. No, si dice que no, es que no. No se mueve el condenao, como si en lugar de articulación tuvieses una pieza angulada que no diese más de sí. La primera vez que me ha ocurrido ha sido muy confuso, y me he partido de risa, y no sé, me apetecía contároslo.

Y... nada más. Comienzan a normalizarse los días, la gente a ser más aburrida, comienzo a acostumbrarme a la rutina... Las cosas me sorprenden menos, pero no os preocupéis que tengo un par de cosillas en la recámara por si las moscas. 

Besis de... (ya no sé ni qué frutas he puesto)




Besis de Ruffles York'eso. Que están tó ricas.

PD: Pol cielto, cierta gente me ha dicho ya que por qué hablo sólo del gimnasio, que por que no escribo más de mis mierdas un poco off topic. ¿Qué opináis? Como todos los que me leéis me seguís por Twitter, podéis contestarme por ahí.

martes, 31 de marzo de 2015

Si te parece fácil, lo estás haciendo mal

Ok, pensaba ponerlo al final, pero no, lo escribo aquí. Mirad los vídeos que os enlazo, hijos de puta, tanto las canciones como los hipervínculos, que uno se los curra para encontrar los adecuados e insertarlos, y comentarlos con vosotros después, y luego nadie los ve. Capullos. Os quiero.


Algunos de vosotros me habéis pedido que me aparte en cierto modo del tema principal y hable de cosas que no tengan que ver con el gimnasio.
Lo que ocurre es que no os dais cuenta de que ya lo hago. Utilizo la excusa de "esto se me ha ocurrido mientras hoy estaba en la sala de máquinas" para hablaros de mis mierdas. Y está bien. A vosotros os gusta, y a mí más.

Aunque, realmente, esto de hoy sí que se me ha ocurrido en la sala de máquinas. Veréis, estaba yo realizando un ejercicio, y sorprendiéndome porque se me hacía mucho más fácil que cuando comencé a hacerlo, y justo en ese momento, llega el monitor y me dice que, efectivamente y como habéis podido inferir por el título, lo estaba haciendo mal.

Y es que, si algo te parece fácil, lo estás haciendo mal

Esto no se limita ni mucho menos a un gimnasio, ni siquiera al deporte, sino que es un axioma que se puede transportar con facilidad a la vida diaria. Porque ¿Cuántas veces habéis dicho o escuchado la frase "ya decía yo que me parecía demasiado facil"? 
Que sí, que no os estoy descubriendo El Dorado (grandísima película), lo sé, pero me parece algo sobre lo que merece la pena reflexionar. Y es que no me refiero sólo a que algo te parezca demasiado fácil, sino a las veces que tomas el camino fácil. La distancia más corta (según el saber popular) es la línea recta, pero quizá no sea la más adecuada. Si quieres construir un camino entre dos lugares que tienen una casita de por medio, sí, puedes hacerlo en línea recta, pero te cargas la casa. Y jodes la vida a los habitantes, Quizá la línea recta sea el camino más fácil, pero no el más adecuado. 

No me enrollo mucho más, que he quedado para tomar cerveza. Pero pensad por un momento si estáis tomando el camino fácil en algún aspecto de vuestra vida, y a quién podéis estar perjudicando, ya sea por comodidad, por miedo, o porque simplemente no os habéis parado a pensar en que existe otra opción.

Besis de sandía.


PD: Me encantan las postdatas.
PD2: Como siempre, vídeo graciosete para tragar toda esta cosa no graciosa, aquí.


viernes, 27 de marzo de 2015

No quiero ir al Gym

Esas son las primeras palabras que he pensado cuando ha sonado la alarma esta mañana. 
Hoy completo mi primera semana (me niego a ir los fines de semana) continua de gimnasio, y no podría estar más orgulloso de mí mismo... ni más hasta la polla.

¿Dónde quedaron aquellas mañanas desperdiciadas tocando la ocarina mientras juego a Dark Souls? ¿Dónde quedó aquello de dormir hasta las once/doce y no desayunar porque, total, ya comeré? En el pasado. Todo queda en el pasado. Y yo que me alegro, pero hay veces que se echa de menos.

Por eso, y por todo el cansancio, las primeras palabras que he pensado esta mañana han sido No quiero ir al Gym. Y por eso, la primera canción que he escuchado ha sido esta:

De letra: 

Yo iba al gimnasio a bajar estas lorzas 
Sudar las toxinas de tantas cogorzas 
Risueño y contento me fui para dentro 
Pensando que habría millones de mozas 

Pero ¿dónde me he metido? 
Solo hay tíos y embutido 
Y encima el pitillo he de apagar 

Mama, no quiero ir al gym 
Al monitor le hago tilín 
No quiero volver 
Que allí les va el rollo voyeur 
No quiero ir al gym 
A mí nadie me echa un culín 
No quiero volver 
Que no, tío, mi no entender 

Todos se miran en grandes espejos 
Mientras levantan unos hierros inmensos 
Cocktail de anfetas y chutes de asteroides 
Sus venas se hinchan y hasta los hemorroides 

Culturistas, masoquistas, 
Narcisistas y onanistas 
Abran paso yo salgo de aquí 

Mama, no quiero ir al gym 
Al monitor le hago tilín 
No quiero volver 
Que allí les va el rollo voyeur 
No quiero ir al gym 
A mí nadie me echa un culín 
No quiero volver 
Que no, tío, mi no entender 

Las duchas dan miedo y aprieto mi ojete 
No quiero que nadie me haga un boquete 
Hombres desnudos de cuerpos peludos 
Aroma de huevo, de ingle y de culo 

Mama, no quiero ir al gym 
Al monitor le hago tilín 
No quiero volver 
Que allí les va el rollo voyeur 
No quiero ir al gym 
A mí nadie me echa un culín 
No quiero volver 
Que no, tío, mi no entender 

Musculosos y fibrosos 
Poderosos mariposos 
Yo cojo el macuto y no me veis

Mama, no quiero ir al gym 
Al monitor le hago tilín 
No quiero volver 
Que allí les va el rollo voyeur 
No quiero ir al gym 
A mí nadie me echa un culín 
No quiero volver 
Que no, tío, mi no entender 

Lo que de verdad me sorprende de esta canción es la precisión de la letra. Simplemente quería compartirla con vosotros.

Besis de frambuesa.




PD: Perdón por la entrada cutre en la que me valgo del trabajo de otras personas para haceros reír. Pero os habéis reído, así que yo gano. 

jueves, 26 de marzo de 2015

Acojonante

Hoy ha sido un día normalete en el gimnasio, así que he tenido tiempo para pensar. ¿Y en qué he pensado? Pues en vosotros.
 Llevaré con el blog abierto ¿qué? ¿Tres días? Y en estos tres días no ha habido uno solo en el que alguien no me preguntara "¿Hoy no has ido al gimnasio? ¿Y la entrada?". Me parece acojonante.
Soy consciente de que no mucha gente me lee. De que tomará bastante tiempo que el número ese que hay a la derecha (debajo de toda la mierda que suelto por Twitter) llegue a las cuatro cifras. También soy consciente de que las personas que me leéis sois en vuestra totalidad, conocidos y amigos míos. Sé también que no mucha gente sigue este blog, pero joder, los que lo hacéis lo hacéis de puta madre.  
Aún así, hay una cosa que me haría muchísima ilusión. Y es que me leyera alguna persona que no me conoce. Algún conocido vuestro, por ejemplo, pero que no sepa quién soy. 
De acuerdo, si, parecerá una tontería, o simple publicidad que os pido, pero si conocéis a alguien a quien pueda gustarle... Podéis hacerle el gran favor de dejar que se deleite con mi patetismo gimnasil.

Agradezco mucho todo el apoyo que estoy recibiendo, y es que me animáis a continuar en ese templo del culto al cuerpo. Ahora cuando llego, no pienso en las agujetas que tendré al día siguiente, ni en lo bueno que estaré en un par de meses (de ilusión también se vive). Pienso en de qué voy a hablar por las noches cuando me esté tomando una cerveza y abra Blogger (o como en este caso, cuando llegue de estar por ahí comiendo pizza). 

Lo cuál me recuerda a otra cosa. Pese a que me encanta que me preguntéis por el blog, quiero que sepáis que entradas habrá generalmente una al día, de lunes a viernes, y más bien por la noche. 
Me he sentido muy tentado a no decíroslo para deleitarme con el interés que mostráis por mis peripecias, pero ¿qué se le va a hacer? Soy un buen tío. 

... 

¿Qué no? ¿CÓMO QUE NO? Bueno, sí, eso. Gracias por aguantar otro día más, y además consecutivo, una entrada que se aleja del cariz jocoso del resto. Pero no todos los días son fiesta, y también hay veces que las mañanas en esa sala de máquinas son normales tirando a mortalmente aburridas. De todas maneras, tengo un par de temas guardados en la manga para cuando eso ocurra, no os asustéis. 
Ya está, ya está, ya me callo, pasad una buena noche. 
Y si me estáis leyendo por la mañana... Pues pasad una buena noche también, joder, ¿por qué no? Las noches molan. 

Besis de melocotón(cito).

PD: Siempre os pongo un vídeo guay o algo, para que no os aburráis y así os vayáis con buen sabor de boca, así que... Tomad: 


Me les como. Es que me les como.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Preguntas

Soy un extraño en el mundo del fitness. Las personas con las que me cruzo a diario en el gimnasio parecen conocer todo lo que les rodea. O simplemente carecen de la curiosidad que a mí me caracteriza. 
Ellos ven los espejos en las paredes, y les da igual. Yo me pregunto qué hacen ahí. 
Ellos ven las pesas de 120kg y se motivan para llegar alguna vez a levantarlas. Yo me pregunto si alguien alguna vez ha entrado a ese gimnasio con la única pretensión de alcanzar a ejercitarse con ellas. 
Ellos miran la hora en el reloj. Yo me pregunto por qué, en un sitio en el que te aconsejan tomarte un minuto de descanso entre cada serie, ningún reloj tiene secundero. 
Me temo que estas dudas se agolpan en mi mente más rápido que lo que tardo en resolverlas. Pero está bien, si lo supiera todo, posiblemente dejaría de asistir. 

No obstante, comienzo a entender un poco el funcionamiento de los espejos. 
Veréis, hoy me encontraba como el segundo día que fui, delante de uno de ellos, con una barra larga de hacer pesas y los pesos más pequeños que pude encontrar. Y mientras iba por la segunda serie, levanto la vista. Y me veo a mí mismo, con una sonrisa irónica. Ni siquiera me había dado cuenta de que sonreía, pero ahí estaba, yo mismo, partiéndome el culo de mí. 

Fallar a desconocidos me la suda. Fallar a mis amigos no me importa. Fallar a mi familia es un duro palo, pero soportable. Pero fallarme a mí mismo no lo concibo. Así que, saqué fuerzas de donde no las había y completé el ejercicio sin rechistar y con precisión. 
Puede parecer leyendioso*, así escrito, pero no olvidemos lo patético de la escena: el tirillas del gimnasio dejando la zona de pesas con sonrisa de satisfacción tras conseguir levantar 5kg. La cosa cambia ¿eh? 

Con esto no quiero decir que los espejos sirvan precisamente para eso. Simplemente los considero una gran herramienta de motivación. Habrá gente que los utilice para cosas totalmente distintas, y eso está bien mientras a ellos les sirva. 
De hecho, ahora que lo pienso, puede que la razón de la afluencia de espejos sea simplemente la de corregir la postura cuando haces un ejercicio, y todas estas vueltas que le he dado a la idea no hayan servido para nada. Quién sabe. 

Preguntas de este calibre las tengo a palas, y aquí las iré intentando resolver (que para eso es mi nombre el que sale ahí debajo de cada entrada). Una hora y media levantando y depositando peso en soledad dan para mucho pensar. 
Para finalizar, pediros disculpas por una entrada quizá un poquito más seria de lo que os tengo acostumbrados. Aquí tenéis un vídeo gracioso para compensar. 

Besis de fresa. 




* Del material del que se hacen las leyendas, más información aquí

martes, 24 de marzo de 2015

Chinchaos.

Pensé en titular esta entrada Sonrisa desdentada
Por mi cabeza pasó también la opción de Breve acercamiento a la música de los gimnasios
También pensé en titularla Laura
Me planteé de igual manera ponerle de título La lámpara asesina
Qué carajo, incluso pensé en llamarla Día mortalmente aburrido

Día mortalmente aburrido
Os preguntaréis por qué. Veréis, la primera mitad del día ha sido, como en el título que barajé, mortalmente aburrida. Simplemente llegar, calentar y hacer los ejercicios que me tocaban hoy. Aunque no quiero que con esto creais ni por un momento que eran fáciles. Lo bonito ha llegado cuando mi subconsciente ha dicho "Tengo que darte algo para escribir, ¿por qué no te recuerdo un miedo irracional que llevas teniendo toda la vida?"

La lámpara asesina
Os pongo en situación, ahí estoy yo, tumbado en una máquina levantando peso y mirando al techo cuando mis ojos se posan en la lámpara que pende justo sobre mi cabeza. Incapaz de ignorarla, me planteo qué ocurriría si la cadena que la sujeta estuviese oxidada. O qué ocurriría si, por algún casual, el yeso del techo no fuese de buena calidad. Coño, que mi cerebro estaba informándome de lo tremendamente gracioso que sería que se me cayese la jodida lámpara en la cabeza, y además, señalándome que la trayectoria sería la exacta para que la bombilla me acertara en un ojo.
Y yo en la primera serie. Acabé las otras dos acojonao. No quiero volver a ver esa máquina y su horrenda colocación en mi puta vida. Tete.

Laura
Esto sólo lo van a coger los más allegados a mí. Pero qué coño, sois los únicos que me leéis.
Pues veamos, estoy terminando ya el día, con un casco sí y otro no por si alguien me quiere hablar. Y mis oídos detectan una melodía que no escuchaba desde que era un enano e iba en coche con mi familia. Pero lo importante no es la melodía, no. Lo importante es la letra.

Laura no está
Laura se fue
Laura se escapa de mi vida

Si no me conoces, o no conoces la historia de mi vida, esto te estará dando igual. Pero si sí lo haces, ahora mismo te estarás partiendo el orto. Y con razón. De hecho eso es lo que hice yo. En medio de un gimnasio lleno de desconocidos. Sólo imaginad la escena: el tirillas del gimnasio, que además es el rarito de pelo largo, riéndose solo a la hora de comer. Y luego me extraña que miren mal.

Breve acercamiento a la música de los gimnasios
Pero esto no acaba aquí. Si os ha chocado tanto como a mí leer que en un gimnasio sintonizan a Nek, esperad. Es sólo el comienzo.
Nada más he llegado tenían puesto rap español. Rap. Español. RAP. Español. Del malo. Que no estoy diciendo que haya rap español bueno, pero este era especialmente insufrible. Y después de eso, electrolatino. Sin palabras.
Pero que tampoco acaba aquí la cosa. Justo antes de irme escucho algo que no creía que existiese: Una versión reggae(ton) de Every Breath You Take.
¿Escépticos? Ahí tenéis.

Sonrisa desdentada
Lo mejor para el final. Resulta que estoy haciendo un tedioso ejercicio de oblicuos cuando veo un carrito naranja. Y dentro del carrito naranja una niña de menos de dos años. Y dentro de la niña de menos de dos años... bueno, no sé, vísceras y eso. Pero centrémonos en la niña. Era con diferencia lo más bonito de por ahí (y mirad que había entrado una tía buena unos minutos atrás). Y me sonreía. Me sonreía. A mí, al rarito, al tirillas, al que da miedo. Me sonreía con una preciosa sonrisa desdentada. Y hacía como que hablaba por un teléfono de plástico. Y me sonreía más.

Sólo eso. Me ha sonreído una niña pequeña. Chinchaos.






Perdidito.

Casi una semana sin ir... manda huevos.
 Claro, aquí lo leéis todo seguido, pero la anterior entrada es del miércoles... y esta del lunes. Mea culpa, el jueves era el Día del Padre y me cogí una buena mierda, como debe ser, y el viernes no me encontraba muy bien.
El sábado ensayé con mi banda (sí, tengo una banda de Metal, nos llamamos Ahkra y el domingo... me quedé hecho un burrito en las sábanas, vale, no tengo excusa.

Así que llega el lunes y Semana nueva, vida nueva. Vamos para allá. Caliento y no veo a mi preparador por ninguna parte (le llamo mi preparador pero en realidad es el que regenta el sitio, y nos echa una manita a los nuevos), así que saco la rutina y me pongo a hacer ejercicios.
O eso pretendo, porque desde el primer momento tengo problemas interpretando las instrucciones.
Y ahí estoy yo, deambulando cual pollo sin cabeza buscando máquinas por el gimnasio ayudándome de unos dibujitos que no se entienden.

PORQUE NO SE ENTIENDEN. QUE SON UN PUÑAO DE LÍNEAS QUE TIENES QUE DEDUCIR.

 ...¿No me creéis? De acuerdo, decidme QUÉ. ES. ESTO.

Sí, ahora parece fácil, pero esperad a estar allí. Todas parecen iguales. De hecho, esa máquina ni siquiera se encontraba en ese gimnasio. Así podría haberme tirado yo años. AÑOS.
En fin, dejemos de exagerar y continuemos.

Con suerte, echo mano de mis (fingidas) habilidades sociales y pregunto a la gente de por ahí.
Sí, parecen bestias que pueden partirte el esternón solo quitándote de una toba una miga de pan del pecho, pero hablas con ellos y siempre te contestan con una sonrisa.
No es tan fiero el lobo como lo pintan. Dedicaré alguna próxima entrada a hablar de la fauna y flora del gimnasio, pero por hoy me despido, que son la una menos diez, y tengo cosas que hacer. Como por ejemplo, ir al gimnasio. Y morirme de agujetas, también.

Queda mucho por hacer

Mientras camino hacia el gimnasio reflexiono acerca de cómo ayer no supe disfrutar de una oportunidad que mucho iba a tratar en repetirse: Ir al gimnasio sin agujetas.
Aún así, traspaso la puerta y me dispongo a realizar la misma rutina del día anterior, ya que no me indican lo contrario.
Prácticamente al acabar la parte de brazos, se acerca a mí el preparador y me imprime una rutina para el resto de la semana, decidiendo que hoy empezaríamos por brazos. Otra vez, pienso yo, pero como a chulo no me gana nadie, hago caso sin rechistar.
El punto álgido llega a la vez que el turno de las repeticiones de pesas con barra larga. Ahí estoy yo, el más tirillas del gimnasio, frente al espejo, con una pesa de 2.5 kg a cada lado de la barra, ofreciendo la imagen más cómica de mis casi 20 años de vida. Esto está chupao me digo, visiblemente motivado por la palpitante vena de mi bíceps derecho.

 ...

 Ni diez repeticiones. Deposito la pesa en el soporte y mi autoestima en el más profundo de los sótanos.Queda mucho por hacer, pienso, sin equivocarme. Estoy literalmente en el nivel más bajo. Desde aquí sólo puedo subir. Y con esto en mente (y no sin antes hacer piernas) me vuelvo para mi casa.


Aquí os dejo la canción que ha servido de inspiración para el título de esta entrada, del grupo Hamlet.


Primer día, primer fail

Soy un chulo.
Y como chulo, me creo que las leyes del universo no se aplican a mí. Así que desoyendo los consejos que aparecían en muchas, por no decir todas, de las webs que utilicé para informarme, me enfilo hacia el gimnasio con el estómago lleno del desayuno.

El principio bien, me enseñan un poco las instalaciones, caliento y voy pasando por diversos aparatos. Hasta que, en el descanso de uno de ellos, me doy cuenta de que algo no va bien en mi interior.

Las Campurrianas y la leche comienzan a escalar por mi esófago mientras yo las mantengo a ralla con una técnica que aprendí los días de borrachera. Hasta que no puedo más, pregunto por el baño y les concedo la libertad que, coño, se habían ganado.
El resto de la mañana transcurre sin ningún percance, pero no puedo quitarme de la cabeza aquello de Primer día, primer fail.


Breve introducción

Me llamo Jose. Mi twitter es @BotasYCuero y soy un tirillas. Esta condición me ha perseguido toda mi vida. Mis colegas me llaman delgaducho, las madres de mis amigos me dicen que por qué no como más (y anda que no como...). Y en realidad es algo que nunca me ha importado.

 Pero hace poco, comencé a tener unos pequeños ingresos mensuales, y me dije ¿Por qué no hacer lo que llevo diciendo toda mi vida que haré cuando tenga dinero? y me apunté a un gimnasio.

En este blog recuperaré el sentido primigenio de los blogs y me lo tomaré como una bitácora en la que os iré resumiendo, las Aventuras y desventuras de un tirillas en un gimnasio